¿Dónde está Putin?

Barcelona

Ya han pasado más de 48 horas después de la marcha rebelde sobre Moscú. Y Putin sigue sin aparecer. Envía un mensaje grabado desde un lugar desconocido. O se reúne por pantalla con ciudadanos, no se sabe desde dónde. Nadie ha desmentido los rumores de que el día del golpe, el domingo, volase un avión de la presidencia desde Moscú a San Petersburgo. Nadie dice dónde se encuentra. La sede de la presidencia, en el Kremlin, a la vera de la plaza Roja, sigue cerrada a cal y canto. ¿Se debe a la pasión secretista del presidente ruso? No olvidemos que, profesionalmente, él es un espía puro y duro. Amigo de aparecer cuando conviene. Y de contemplar cómo desaparecen, casualmente, claro, quienes le molestan.

También podría suceder que Putin, tan pagado de sí mismo, atraviese un estado de shock traumático: al fin y al cabo, ha sido "traicionado" por un amigo íntimo, que compite con él en crueldad. O que tenga miedo de revelar dónde está, qué hace, por dónde se mueve. Al fin y al cabo, el jefe de la Wagner está vivo y coleando, como parece haber demostrado en un vídeo muy reciente.

Es curioso: sólo han aparecido en escena, en estas últimas horas, los dos jefes uniformados involucrados en la peripecia. Que son, ambos, militares de pacotilla. El ministro, Serguéi Shoigú, debe al cargo no a su desconocida aptitud estratégica. Eso sí, pasa las vacaciones con el autócrata. Y ahora se fotografía en un lugar desconocido y a una hora indeterminada con personajes de incógnito, diciendo que visita a sus tropas en Ucrania. Y el jefe de la Wagner, Yevguéni Prigozhin, un vendedor de hamburguesas experto en carnicerías, dice en una grabación que ellos querían "protestar, no derrocar al Gobierno". Anda hombre, para protestar basta una pancarta. Cuando se enfila la capital del país con tanques y metralletas, no se celebra una procesión de Semana Santa, se perpetra un golpe de Estado. Menudo personal.