El día que Gerald Brenan descubrió que el paraíso perdido era España
La vida del escritor e hispanista británico báscula siempre en un doble viaje, el familiar que le llevó de niño a recorrer todo el imperio británico y de mayor a huir de su entorno, y el de la imaginación, el del edén que finalmente encontró en nuestro país
El viaje de ida | Gerald Brenan, el escritor británico que encontró su paraíso perdido en España
Carlos Pranger es escritor y traductor, pero su vida está marcada por la obra de Gerald Brenan, de la que es albacea literario. Su madre, Linda Nicholson-Price, fue la última pareja del hispanista británico. Recuerda que de niño paseaba con Brenan por el jardín de la casa de Alhaurín El Grande y le leía cuentos de dinosaurios. Lo recuerda como un abuelo, "con la figura de un anciano delgado, pero muy alto, no muy huesudo, pero de una consistencia poderosa". Lo mismo contaba al niño que conversaba con mayores. Era de mucho hablar, no importaba el tema. Lo mismo le daba a la política, la antropología o el arte como de pronto cotilleaba sobre sus vecinos. Sus únicos temas tabús son los relacionados con la crueldad humana y las guerras.
Vivió en sus propias carnes la primera guerra mundial, pudo ver desde su torreta de la casa de Churriana el bombardeo de la ciudad de Málaga durante la guerra civil española, y de vuelta a Inglaterra, huyendo del conflicto español, se vio inmerso en la II Guerra Mundial. De los conflictos bélicos solo escribió obras impresionantes como "Diario de la gran guerra: relato de un superviviente" o "El laberinto español". Ahí desahogaba sus vivencias y su dolor.
Pero para entender la mente de Gerald Brenan nos debemos remontar incluso a su nacimiento. Su padre era militar y estaba destinado en Malta, que, en 1894, año de su nacimiento, formaba parte del imperio británico. Por eso nace en Sliema. Allí estuvieron tres años y desde 1897 a 1902 que regresan a Inglaterra, la familia Brenan vivió además en Sudáfrica, La India e Irlanda. Pero la vuelta a casa con apenas 8 años no fue tranquila. Sus padres se instalan en Gloucestershire, pero a Gerald lo envían al colegio Winston House de Winchester (Hampshire) y años más tarde, adolescente, ingresa en el Radley College en Oxfordshire.
No paró de moverse desde muy niño y eso le marcó, su cabeza imaginaba un paraíso perdido y crea una necesidad de búsqueda que le lleva a una constante huida. No estaba a gusto con su familia, no se llevaba bien con un padre obsesionado con una brillante carrera militar del hijo y al final se escapa. Gerald Brenan , nada más cumplir los 18 años cruza al continente, atraviesa a pie Francia y el norte de Italia y se introduce en la costa dálmata (hoy Croacia) y se introduce al interior de las Balcanes hasta Sarajevo. Solo la llegada del invierno, el frío y las nevadas le hace volver a casa, pero este viaje despierta su gen literario y aventurero.
Nada más estallar la Gran Guerra se alista como voluntario en el ejército británico y se va a Francia para luchar contra los alemanes. Lo que parecía una cuestión de meses se convirtió en cuatro años de un cruel conflicto de trincheras. Tanta crueldad le hace pesar en lugares menos inhóspitos, más pacíficos. La vuelta al Reino Unido no le atraía. Y así llega a España en 1920, huyendo de "la falta de autenticidad de Inglaterra" y "buscando la realidad de las cosas".
Esa realidad la encuentra en Yegen, en plena Alpujarra granadina, entre el Mediterráneo y las montañas nevadas. "Aquello fue", nos cuenta Carlos Pranger, "como si un alienígena llega ahora a la Puerta del Sol". Llegó andando, desfondado, cargado de libros, sin hablar nada de español y a un lugar al que no había entonces ni acceso por carretera. Se tiene que adaptar a unas nuevas costumbres, a crear nuevas relaciones con sus vecinos. Son los años del germen de su gran libro "Al sur de Granada". En Yegen se enamora, es padre, recibe a entre otros y otras y Virginia Woolf y todos sus amigos del grupo de Bloomsbury. Pero, sobre todo, lo que hace es caminar. Lo mismo sube a Sierra Nevada, que baja a Granada, que va a Sevilla a los tablaos o aparece en la playa de Huelin en Málaga comiendo naranjas y disfrutando de una puesta de sol.
Sus estancias en La Alpujarra las combinaba con viajes por el Mediterráneo o a Inglaterra. En una de estas idas y venidas conoce a la novelista americana Gamel Woolsey con la que se casa en Roma en 1931. Y tras cobrar una herencia él y ella una indemnización por su divorcio, encuentran en 1935 su paraíso particular en el barrio malagueño de Churriana, compran un cortijo con un amplio jardín, era el "chateau español" con el que soñaba Gerald Brenan en el frente francés. Allí se instala la pareja hasta que estalla la guerra civil y viven con dolor cómo sus vecinos, antes pacíficos, se enfrentan encarnizadamente. También pueden ver desde su torreón el bombardeo sobre la ciudad de Málaga. La situación extrema los lleva a huir de España vía Gibraltar y volver a Inglaterra.
No vuelve a España hasta 1949. Vuelven a instalarse en Churriana. Son los años de sus obsesiones por San Juan de la Cruz y Federico García Lorca. En su libro "La faz de España" se describe todo el proceso de la búsqueda de la tumba del poeta granadino. Nos cuenta el director de su Casa Museo, Alfredo Tajan que "primero fueron andando al cementerio de Granada y cuando llegan al osario Gamel y Gerald, le dicen Mr Brenan, aquí no está Federico". Son los tiempos del silencio y el miedo. Pocos quieren hablar, pero le cuentan que Lorca está enterrado en el lugar donde le fusilaron, en el barranco de Víznar. No encontraron el lugar del enterramiento, pero si situaron donde le fusilaron. Luego vendrían otros, pero Brenan fue el primero que se encuentra la pista del final de Federico.
Un inglés fascinado por Andalucía
Hasta 1970 son los años de crecimiento del Gerald Brenan hispanistas. La Casa de Churriana se convierte en lugar de peregrinaje de grandes nombres de la cultura internacional. Cuenta Alfredo Taján que por allí pasaron "Vivien Leigh, Laurence Olivier, Ernest Hemingway, Bertrand Rusell o Paul Bowles". Justo al lado vivían los Caro Baroja, en la finca el Carambuco, que fueron los únicos amigos españoles de Brenan. Todo fue bien hasta que en 1968 muere Gamel.
Poco después Brenan conoce a Linda Nicholson Price y se traslada a una casa más humilde en Alhaurín el Grande, cerca de Churriana. No cuenta Carlos Pranger que se enamoró perdidamente de su madre, como le fue pasando a lo largo de su vida con todas las mujeres con las que compartió vida y vivencias, "era un romántico que estaba constantemente enamorándose de mujeres, siempre más jóvenes que él, como Juliana en Yegen, la pintora Dora Carrington, Gamel Woolsey o Linda". Murió en el hospital civil de Málaga, tras un breve paso por una residencia de mayores en Londres.
Aquí debería terminar el viaje de ida de Gerald Brenan, pero queda mucho por saber. Carlos Pranger, hoy su albacea, la Casa Museo que lleva su nombre y la editorial Renacimiento están trabajando para reeditar todos sus libros, pero también sus cartas inéditas. Se calcula que tiene en su correspondencia unos cuatro millones y medio de palabras. Imaginen todo lo que queda por contar.
La Historia en Ruta (08/08/2020): Ruta por La Alpujarra
Pepe Rubio
Redactor guionista de Hoy por Hoy. Llevo a antena...