Refrescante burkini
Nuestra decencia se mide por la cantidad de tela que cubre nuestros cuerpos y por esta razón se nos ha prohibido el baño en sitios en los que los hombres estén presentes
Refrescante burkini
No hay nada más incómodo que bañarse con ropa: la tela mojada se te pega a la piel, dificulta movimientos, resulta engorroso e impide disfrutar del cuerpo al aire libre cuando las temperaturas hacen que todo moleste. Pero claro, una mujer mostrándose ante la mirada de los hombres es, según la educación que hemos recibido las hijas del islam, poco apropiada.
Nuestra decencia se mide por la cantidad de tela que cubre nuestros cuerpos y por esta razón se nos ha prohibido el baño en sitios en los que ellos estén presentes. Queda claro entonces a qué sexo pertenecen tan apetecibles espacios. Pero las ganas de un buen chapuzón son irrefrenables en los días más tórridos del verano, hasta el punto de que nos han llevado a desafiar las normas morales para disfrutar de piscinas y playas, no pocas veces a escondidas, siempre con el miedo a ser descubiertas.
Hasta que algún genio machista se dio cuenta de que era imposible frenar nuestras ganas de agua y se inventó una prenda con la que volver a encerrarnos en la cárcel de lo decente. El llamado burkini, que tiene más de burka que de bikini, se está imponiendo como vestimenta o para cualquiera que se quiera tener por buena musulmana.
Por no hablar del hecho de que muchos padres de familia ya se lo compran a las niñas en lo que es un verdadero proceso de sexualización de la infancia. Para tal vergonzoso objetivo cuentan con la complicidad de empresas como Decathlon o Nike que están haciendo su agosto vendiendo el horrible pijama de poliéster para que las mujeres puedan, nos dicen, bañarse tranquilas. Mientras tanto, los hombres siguen tan frescos a sus anchas sin que nadie ponga en cuestión su valía en función de si van más o menos tapados.
Najat el Hachmi
Najat el Hachmi (Nador, Marruecos, 2 de julio...