Punto de Fuga
Internacional

En la calle por ser gay: "Muchos jóvenes sufren violencia en sus hogares"

La Fundación Eddy ofrece ayuda a chicas y chicos en riesgo de exclusión por ser rechazados por su familia por su orientación sexual

'Cuando el orgullo era enfermedad'

Este año el día del Orgullo LGTBI ha tenido un significado especial en Estados Unidos. Hace medio siglo que la Asociación Psiquiátrica Americana dejó de considerar la homosexualidad como una enfermedad. Un paso que la Organización Mundial de la Salud tardó 17 años más en dar y que en Estados Unidos fue la consecuencia directa de los disturbios de Stonewall derivados de los abusos policiales en una redada llevada a cabo en un club neoyorquino de ambiente.

Jack Drescher, psiquiatra de esta asociación y una de las voces mundiales más reconocidas en el campo de la sexualidad y la identidad de género, cree que ese paso que se dio hace cincuenta años cambió el mundo. “Dejó de considerarse algo malo ser gay, y entonces se da por hecho que se debe garantizar que las personas homosexuales tengan los mismos derechos que cualquier otro ciudadano”.

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Cinco décadas deberían haber dejado este paso ya los libros de historia, pero las tendencias políticas en el mundo hacen temer a día de hoy por la supervivencia de estos derechos. Drescher alerta del peligro que representan países como Hungría y de la posibilidad de que la ola de retroceso en derechos vuelva a Estados Unidos.

La homosexualidad está todavía ilegalizada en 69 países y en once se casiga con la pena capital.

España, a pesar de ser referencia mundial en la defensa de los derechos del colectivo LGTBI, tampoco está exenta de esa regresión de derechos. Para ayudar a miles de jóvenes que siguen viéndose obligados a abandonar su hogar o son expulsados por su familia, con el consiguiente riesgo de caer en una situación de exclusión social, surgió la Fundación Eddy.

“A día de hoy todavía son muchos los jóvenes que en sus hogares sufren violencia, no son aceptados, sufren rechazo, se les maltrata”, lamenta su presidente, Manuel Ródenas.

Expulsados de su hogar y sin condiciones para mantenerse, llegan a la organización a través de Internet. “Llegan de todas partes, desde pueblos de España, ciudades como Madrid e incluso del extranjero”, asegura Ródenas.

La Fundación permite a estos jóvenes la posibilidad de estar hasta un año en un hogar donde sus necesidades están cubiertas, acompañado de un proceso personalizado de inserción laboral con el objetivo de que sean autosuficientes pasado ese plazo y “vivir abiertamente su vida sin tener que esconderse”. En el camino, les acompañan también con psicólogos y asesoramiento jurídico.

Una de sus principales funciones es recuperar la autoestima de estas personas y la confianza en sí mismos. Hay voluntarios que acuden a la asociación a darles formación, incluido en temas sanitarios o de autofortalecimiento. Pero Ródenas explica que “la mayoría no tienen problemas consigo mismos, quien los tiene son sus familias”, aunque sí sufren por el maltrato de su familia.

En una sociedad democrática avanzada como la española, dice el director de la Fundación Eddy, todavía no tenemos un reconocimiento de libertades y de derechos para las personas frente a la discriminación por razón de orientación sexual e identidad de género. Ródenas se muestra optimista ante la presencia de la ultraderecha en las instituciones españolas. “La LGTBfobia lleva mucho tiempo con nosotros, y España es un país muy potente en cuanto a la lucha por la igualdad. Venga lo que venga, habrá respuesta”.