Guardiola, tránsfuga
Ahora María Guardiola ha pasado de seguir a Antígona a convertirse en una tránsfuga de sí misma.
Guardiola, tránsfuga
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Barcelona
Hoy tengo que pedirles perdón, antes de desearles un buen fin de semana. La creí, me pareció firme, clara, convincente. Y dije de ella que se había plantado "como una Antígona" y que de ahí no se movía. Y que eso era exactamente lo que se llama "respeto por los propios principios". Debía tener un día bondadoso, crédulo, ingenuo, necesitado de esperanza. Lo siento, les llevé a engaño sin quererlo.
Hace diez días, la líder extremeña del PP, María Guardiola juraba: "No puedo dejar entrar en mi Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes estás deshumanizando a los inmigrantes y a quienes tiran a la papelera una bandera LGTBI". Ponía como ejemplo la rectitud de su madre, y alegaba ser "una servidora pública con principios". La creí a pies juntillas, necesitaba creer, como muchos, que en este país hay una derecha democrática y decente.
Ahora María Guardiola ha pasado de seguir a Antígona a convertirse en una tránsfuga de sí misma. Como Alberto Núñez Feijóo quiere llegar a presidente de un gobierno, aunque sea con Vox, aunque sea con Vox dentro del Gobierno pese a que diga lo contrario, Guardiola no podía ponerle en evidencia.
Algunos estamos tristes por ella. Por nosotros mismos, que admirábamos su valentía. Porque la derecha convencional de este país prefiere a los parafascistas, a los ultras que a los demócratas. Y sobre todo, por la madre de la política extremeña.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...