La psilocibina: una sustancia que nos puede ayudar a `resetear´ y tratar la depresión persistente
Australia se ha convertido en el primer país del mundo en usar sustancias psicodélicas para tratar alteraciones en la salud mental de las personas
Plagas de insectos y fármacos psicodélicos
Madrid
La comunidad científica vivió son sorpresa a principios de este año 2023 la aprobación del uso de sustancias psicodélicas para tratar la depresión y el estrés postraumático por parte de la entidad reguladora de medicamentos del país australiano. Esto significa que ya podrán recetarse en esta zona del globo. Sin embargo, Oscar Álvarez, psiquiatra y psicoterapeuta, explica que "en Europa, si seguimos las vías habituales, que no es lo que ha ocurrido en Australia, estaremos a unos cuatro o cinco años vista antes de poder hablar de una prescripción de estas sustancias".
En el Parc Sanitari Sant Joan de Deu (Barcelona) han realizado el mayor ensayo clínico del mundo con psilocibina, una medicina psicodélica que podría destinarse a tratar la depresión resistente. En este proyecto han participado nueve países y el fármaco se ha probado con 233 pacientes que la sufren. Oscar Álvarez es uno de los psiquiatras que han formado parte de este estudio y puntualiza que "en Europa estamos en la fase 2 de ensayo, pero que aún falta entrar en la tercera y comenzar el proceso de aplicación a las entidades regulatorias para que el medicamento se pueda aprobar".
Hablar de sustancias psicodélicas puede llevarnos a asociar directamente ese concepto con drogas recreativas, pero hay datos que muestran que pueden ser muy beneficiosas para determinados casos. "La psilocibina es una sustancia que nace de forma natural en diversas especies de hongos y dicen que sus propiedades ya habían sido descubiertas hace años por chamanes de algunas zonas", comenta el psiquiatra. Para entender su funcionamiento es necesario conocer que "tiene unas características muy peculiares respecto a cómo afectan al ser humano y la psique", ya que "parte de su efecto biológico parecer estar centrado sobre los receptores 5-HT2", añade Álvarez. Estos receptores nacen en las membranas de las neuronas y "permiten la transmisión eléctrica del cerebro, es decir, la transmisión de información entre una neurona y otra, y están conectados con ciertas áreas de este que se relacionan con las emociones, lo que supone que tienen efecto a diversos niveles".
El cambio en la percepción se plantea como uno de los efectos más valorados del consumo de estas sustancias. El psiquiatra del Parc Sanitari Sant Joan de Deu utiliza el símil del camino entre un punto A (casa) y punto B (el trabajo) para explicar que "solemos usar la vía de menor resistencia, más comodidad y menor uso de energía". Esto ocurre de forma parecida en el caso de la depresión y ciertas alteraciones de la salud mental "porque la personas empiezan a entrar en una forma de funcionamiento, de percepción de sí mismo" que acaba siendo recurrente y cotidiana. Álvarez comenta que, de ese modo, cuando una persona consume una sustancia como esta "parece que se borran sus hábitos de forma parecida a si soltaran a esa persona en mitad de la ciudad y tuviera que llegar al trabajo". En ese caso, la persona se encuentra ante un terreno inexplorado y tiene que plantearse nuevas formas de actuar porque "ya no puede usar sus vías habituales, tiene que buscar alternativas o preguntar hacia dónde va", añade Óscar Álvarez.
La posibilidad de desarrollar una adicción a raíz de ese consumo, así como la duración del tratamiento, pueden ser cuestiones transversales a la hora de abordar este tema. "La idea es aprovechar ese estado de maleabilidad para aprender nuevas formas de funcionar, pero no es una sustancia que produzca un chute de bienestar por lo que no plantea una adicción", expone el psiquiatra. Finalmente puntualiza que la idea general es "provocar un reseteo".