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Mario Casas: "Me considero un actor de método, no veo otra manera de trabajar"

El actor es uno de los protagonistas del verano en el cine español. Encabeza el reparto de 'Bird Box Barcelona', thriller apocalíptico de Netflix, antes de estrenar su primera película como director a finales de agosto

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Madrid

Desde hace algunos años Mario Casas, el que fuera ídolo adolescente de una generación, selecciona cuidadosamente los proyectos en lo que se embarca. El Goya a mejor actor por No matarás lo colocó en otra posición en esta etapa de madurez en la que el intérprete, alérgico a los focos fuera de las semanas de promoción, elige personajes que le supongan un reto físico y psicológico. Lo demostró en Adiós, El practicante, El fotógrafo de Mauthausen o en la serie El inocente. Para esta temporada el salto ha sido doble. A finales de agosto estrenará Mi soledad tiene alas, su primera película como director inspirada en su adolescencia en un barrio humilde de Barcelona. "Sigo, sigo, la he visto ya miles, bueno cientos de veces. Soy muy obsesivo, yo he montado siempre con Final Cut y he jugado mucho. Entonces iba a la sala de montaje todos los días, quería estar ahí siempre, volvía a las ocho o nueve, seguía hasta la madrugada jugando y lo sigo haciendo. Me la mandan, la sigo viendo. Tengo que decir que ahora estoy contento. He pasado por procesos lógicos, vitales, porque es un momento también vital, lo que es dirigir una peli, pero estoy orgulloso del trabajo hecho y creo que hemos dado todo lo que estaba en nuestras carnes", dice en conversación con la SER sobre el proceso final de montaje y las veces que ha visto ya esta cinta que protagoniza su hermano Óscar.

Antes de ver su debut, el actor estrena como protagonista otro trabajo ambicioso, 'Bird Box Barcelona', secuela del éxito de Netflix basado en la novela de Josh Malerman y cuya primera entrega encabezó Sandra Bullock. "Sí, me considero un actor de método. No veo otra manera de trabajar en el físico, en la barba estuve meses y me dejé el pelo largo cuando me enteré del guión un año y pico para después, a mitad de la película, me lo pudiesen cortar. Lo hicieron cronológico. Llevaba a veces un pinganillo, me ponían música, hay vivencias ahí cuando el personaje viaja de alguna manera y se ilumina, donde yo llevaba música clásica. Es una peli grande, , es una peli hollywoodiense hecha en España. Es una pasada que en España de repente hayamos hecho una peli tan grande y que luzca tan bien", cuenta del proceso de este thriller pos-apocalíptico que dirigen los hermanos Pastor, Álex y David, con los que Mario Casas ya había trabajado en Hogar.

"Para mí el personaje sigue siendo lo mismo, sigue siendo como en una peli pequeña. Me lo he preparado durante meses, he trabajado mucho en él y y para mí sigue siendo la misma manera de trabajar. Siempre hablaba con los Pastor de que estoy muy acostumbrado a ver pelis grandes en las que de repente los protagonistas a lo mejor son un poco más blancos, no tienen esas capas. Y a mí lo que me parece interesante aquí es que sí tiene capas, el protagonista sí te lleva por lugares oscuros, sí te genera preguntas y para mí era de las cosas más interesantes al hacer una peli de estas características, que el personaje principal tuviese esas luces y esas sombras también", añade.

En un mundo destruido por una extraña sucesión de acontecimientos, los habitantes del planeta tienen que sobrevivir con pocos recursos y para salir a la calle necesitan usar unas vendas o gafas que cubran sus ojos y les impidan ver una especie de fogonazos que los inducen al suicidio. Ese es básicamente el origen de la historia, seguir a un grupo de personas que se esconden en casas cerradas y recintos acuartelados, pero cuando salen a la luz del día van a ciegas. De hecho, ese fue el título original en español de la primera entrega. Mario Casas interpreta a un joven padre, que tenía una vida acomodada -la que recuerda en flashback-, y que ahora vaga por la ciudad. Un personaje herido, sospechoso e inquietante, que lidia con uno de los temas centrales de la película, el miedo. Cómo nos paraliza, a qué nos conduce y qué estaríamos dispuestos a hacer. "Imagino que cuando alguien vive una situación de estas características, tan traumática por lo que sea, por una situación vivida, por una pérdida y crea ese trauma, imagino que intentas agarrarte a lo que sea. Y más en una situación de tanta supervivencia donde el mundo se ha acabado, donde tienes que sobrevivir, donde en cualquier momento supuestamente puedes morir. Pero sí, al final el personaje está anclado al miedo y está anclado de alguna manera a la pérdida".

Es un personaje dominado por esas emociones, también por la confusión y una especie de alucinaciones, y a su vez se mueve con ambigüedad por un mundo en ruinas en el que los fanatismos y la religión también quieren capitalizar el miedo. "Sin poder destripar mucho es un poco complicado poder desarrollar estos temas, pero sí, te lleva a lugares insospechados, a lugares en los que de repente llegas a resetear, no sabes ni quién eres, no sabes qué te está sucediendo y vives como un proceso vital de nuevo. Al principio era un tipo religioso, lo vemos al principio de la película, y lógicamente al vivir lo que vive, se agarra aún más a ello. Para mí lo más interesante era lo emocional, lo que lleva dentro, el estar roto, el estar constantemente en el borde del tirarte a ese precipicio emocional. Hay algo que me parecía muy atractivo. El punto de partida que tiene, las preguntas que te va haciendo a lo largo de la peli, quién es realmente, quién no es. O sea, me parecía muy guay que un protagonista tuviese esos matices y ese carisma en una peli tan grande. Tiene también una sensibilidad con algo que esconde, unos fantasmas que trae del pasado, me parecía todo muy interesante cuando me ofrecieron el guión", insiste el intérprete, cuidadoso de no revelar el meollo dramático de la película, que sabe jugar con el suspense.

Si en la primera entrega los personajes se refugiaban en el campo, en este caso el escenario es la ciudad. Una Barcelona reconocible y apocalíptica donde rodaron después del Covid, en aquellos tiempos de la variante ómicron. La pandemia ha cambiado inevitablemente la percepción sobre este tipo de cine, las catástrofes ya no se sienten tan lejanas, las distopía no son solo un supuestos ficcionales. "Para el público ya es reconocible. Cuando pasa la pandemia, lo que vivimos, lo primero que creo que todos decíamos era, es como las películas, como las películas que hemos visto, entonces ya ahí hay una relación directa vivida por el ser humano de lo que hemos vivido hasta ahora. Cuando rodamos esta película, todo el mundo iba con mascarillas. Es decir, se unieron los dos mundos de alguna manera. No eran solo las calles de Barcelona destrozadas, hicieron un trabajo lógicamente en digital, pero muchas secuencias son las calles que se ven, en las que voy andando con mi hija por Barcelona. Ya estamos preparados absolutamente para todo, pero sí, yo creo que el público está un poco más acostumbrado a lo que vamos a ver por lo vivido lógicamente", concluye sobre este proyecto internacional en el que también participa el mexicano Diego Calva, la británica Georgina Campbell y los españoles Patrick Criado, Lola Dueñas, Michelle Jenner y Gonzalo de Castro.

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José M. Romero

José M. Romero

Cubre la información de cine y series para El Cine en la SER y coordina la parte digital y las redes...

 
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