A la España decente y de buena voluntad, hasta el 23 de julio

Madrid

El mes de julio, en la Universidad, es un tiempo de adiós y hasta pronto. También en las escaleras de mi casa, porque Félix el portero y muchos vecinos toman las vacaciones en julio. Hasta pronto. Salgo a la calle, camino y caigo en la tentación literaria de imaginarme la vida de la gente con la que me cruzo.

Me pasa lo mismo con nuestros oyentes. A la muchacha que ha acabado el bachillerato y va a matricularse en una universidad pública. A la mujer que ha pedido cita en el ambulatorio porque ha descubierto una dureza extraña en el pecho y quiere que la examinen. Al hombre maduro, me niego ya a decir anciano, que acaba de jubilarse y va a vivir desde ahora con su pensión. Al matrimonio que lleva hablando desde hace algunas semanas de la necesidad de buscarle una residencia a la abuela, una residencia digna. Al muchacho que se examinó hace unas semanas de literatura y le cayó Lope de Vega, y se conmueve ahora al enterarse por la radio de que Vox exige la censura de La villana de Getafe. Al joven que acaba de firmar su primer contrato de trabajo. A la mujer enfadada con los debates feministas, por esto, por aquello y porque hay cosas que cuesta trabajo entender. Al militante que piensa abstenerse y no votar a su propio partido porque no le gusta como se han hecho las listas. Al ideólogo tan puro, tan puro, que está pensando no votar una vez más, porque no hay nadie que le parezca digno de su pureza.

Y a la España decente y de buena voluntad que nunca, nunca, nunca sería invitada a la boda, perdón, a la farsa mediática de Íñigo y Tamara Falcó, les digo hoy adiós, y hasta pronto. Por favor, hasta el día 23 de julio.