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Javier Elorza: "El papel de los lobbies en la UE es impresionante, presionan sistemáticamente"

El diplomático español ha presentado en Hora 25 con Aimar Bretos su último libro "Una pica en Flandes"

Las entrevistas de Aimar | Javier Elorza

Madrid

Para el común de los mortales, la palabra burócrata "no tiene buena prensa". Más aún si la fórmula empleada es "burócrata de Bruselas", porque "alude a un funcionario europeo con muchísimo poder". Quién suscribe estas palabras es Javier Elorza, histórico diplomático español, funcionario de carrera, y miembro de la Representación Permanente de España en Europa, desde 1986 al año 2000, que ha estado esta noche en Hora 25 con Aimar Bretos. Elorza acaba de publicar el libro "Una pica en Flandes" con la editorial Taurus, en el que desgrana todos los entresijos de la política comunitaria. Precisamente por ese bagaje, el político asegura que hay que comprender que sin funcionarios de alto rango, o burócratas, la Unión Europea que conocemos no podría funcionar. "La Comisión, que es el corazón del Tratado de Roma, no podría subsistir porque el secreto del Tratado de Roma es que nombras una institución independiente para hacer propuestas independientes que no depende de los gobiernos y tiene que nutrirse de un saber técnico y de una experiencia esenciales". Esos son los burócratas, defiende Elorza.

Pese a todo, matiza: "Ni he sido un burócrata ni he tenido ganas de serlo". Elorza explica que cuando llegó a Bruselas por primera vez tuvo que negociar durante tres años seguidos el presupuesto de las Comunidades Europeas. Y dentro de ese presupuesto estaba la plantilla de los españoles que iban a entrar a trabajar en los diferentes departamentos comunitarios. Por eso, recuerda, "los españoles empezaron a acusarme de que yo me estaba buscando un puesto. Y lo primero que hice fue unas declaraciones muy claras asegurando que jamás pediría ningún puesto de la Comisión ni de ninguna institución comunitaria".

La Representación Permanente de España ante la Comunidad Europea de la que Elorza formó parte es un órgano administrativo permanente "porque no somos parte exterior a las instituciones militares, somos accionistas", explica. Es como si hubiéramos ingresado en un Consejo de administración el día que nos adherimos a la Comunidad Europea, asegura. "Somos parte del animal, y por eso la representación permanente es una parte de la estructura general que hay, que está permanentemente en disposición de negociar, de hablar y de representar a España", resume.

Respecto a la manera de ganar peso representando a un país en el juego europeo, afirma: "Evidentemente hay países que tienen una actitud muy pasiva, hay otros que son mucho más agresivos, hay algunos que les gusta influir y hay otros que prefieren un perfil más bajo. España ha tenido diferentes posiciones en las decisiones comunitarias". Unas veces hemos tenido más protagonismo, otras menos, comenta el diplomático. "A mí me cupo la suerte de que participé en 15 años con dos Presidentes, González y Aznar, a los que les gustaba mucho Bruselas, eran europeos, eran firmes, no se amilanaban con nada y les representé a ellos", indica Elorza que defiende a su vez que no notó ningún cambio en su libertad para trabajar al desempeñar su cargo diplomático bajo los gobiernos populares y socialistas.

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Elorza esboza con una anécdota el funcionamiento de las negociaciones dentro de las instituciones europeas. "Uno de los padres de las Comunidades Europeas, el francés Jean Monnet, era célebre porque cuando entraba en una reunión, llevaba en su bolsillo siempre una propuesta que había elaborado previamente con harto valor e inteligencia. Y nosotros practicamos la misma técnica. Dejamos de ser reactivos, dejamos de esperar a que la Comisión pusiera propuestas en la mesa y empezamos a hacer las nuestras", cuenta. El motivo es que "cuando uno hace una propuesta, primero se discute la tuya, luego los demás están reaccionando frente a la tuya y su espíritu creativo desaparece en parte". De esta manera, resume, "estás jugando en tu terreno y con tu balón". Elorza asegura que convirtieron este modus operandi en una tónica habitual en Bruselas "una vez que descubrió que es lo que había que hacer en lugar de someterse a propuestas de los demás".

Elorza recuerda las negociaciones en el seno de la Unión como especialmente duras y muy largas, "como cualquier negociación importante donde hay dinero y poder". Una propuesta de la Comisión "empieza con un comité de expertos independientes, con un comité de expertos nacionales, pasa a los servicios de la Comisión, a los jefes de gabinete". Y pueden pasar 2 años entre el inicio y el final hasta que se cierre un acuerdo, asevera Elorza. "Además los Estados, los lobbies, las ONGs, intoxican, manipulan y presionan a la Comisión", por eso el politico define cualquiera de estas negociaciones como "un deporte bélico".

En esa línea, destaca que el papel de los lobbies en la UE "es impresionante". "Cuando yo llegué en 1985 me invitaron a un simposio de tabaco organizado por el tabaco rubio y estaban allí invitados muchos funcionarios de la Comisión", recuerda. Y claro, "una cosa es que te den ayudas a tabaco rubio, y otra menos ayudas a tabaco negro, que era el tabaco Mediterráneo", explica. En ese momento comprendió perfectamente "por qué el tabaco rubio iba ganando por goleada". Rememora el diplomático: "Ellos habían montado ese simposio. Habían invitado a la Comisión y estaban presionando de manera sistemática. No vi ningún simposio de tabaco negro".

Explica Elorza que a la hora de negociar hay dos modelos antagónicos: el modelo alemán y el modelo inglés. "A los alemanes les llegan unos papeles con 18 firmas y no pueden moverse ni un ápice de lo que les dice el documento. Luego está el modelo inglés que concede a cada nivel de diplomáticos una autonomía muy grande. Nosotros imitamos el modelo de inglés en el que cada uno tiene su responsabilidad para los temas de su nivel", puntualiza. Es decir, cada uno negocia las competencias que tiene su nivel y eso es lo que hacen los británicos "que les hace ser muy buenos políticos". Precisamente por ello, destaca: "Si dejamos aparte a los españoles. Los mejores negociadores con los que me he encontrado allí eran los británicos. Por esa capacidad de flexibilidad que tenían. Ningún británico se calentaba nunca en una negociación, cosa que nosotros procuramos imitarles".

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Más allá de las habilidades y las libertades de los negociadores, Elorza confiesa un método controvertido que solía facilitar cualquier negociación. "Cuando llegamos había una costumbre muy malvada. Desapareció a los 3 años. Te daban a las diez de la noche, un whisky seco y a las 12 otro whisky seco. Y eso lo lubricaba todo. La gente cuando se lo había bebido iba al bar a por el tercero. Te lubricaba, desataba las lenguas y forzaba los acuerdos. Pero al final descubrieron que eso podía ser un escándalo y había que cortarlo".

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