Modales o perjurio
Xavier Vidal-Folch analiza los pilares esenciales de la democracia
Madrid
La democracia empieza con el diálogo. El diálogo permite el debate. Y la discusión debe ser ordenada. Esas son las reglas del intercambio civilizado de ideas. El debate de los siete portavoces parlamentarios fue la segunda vuelta, mejorada, del cara a cara entre los dos aspirantes a la presidencia del Gobierno. Mejorada: pudieron desafiarse, pero formulando y aclarando sus propuestas. Pudimos escucharles mejor, sin interrupciones.
Hubo al menos cuatro secretos. Primero, hasta el portavoz de Vox, Iván Espinosa de los Monteros, estuvo más claro, y se mostró más educado, que Alberto Núñez Feijóo. Segundo, al socialista Patxi López no le traicionó la indignación por los engaños de la extrema derecha y de los ultras. Tercero, el resto de participantes visualizó que la elección del 23-J es una elección parlamentaria: entre varios que sumen mayoría; no la consagración del que llegue un segundo antes, sea galgo o podenco. Y cuarto el moderador, Xabier Fortes demostró que sabe moderar, que es un periodista. Y no una estatua del antiguo Egipto contemplando, inerte, cómo los contendientes autogestionan su mal hacer… y los telespectadores ni siquiera oyen.
Cuando todavía flotaba en el ambiente el buen tono del debate, esta mañana se consagró uno de los esperpentos más repugnantes de este ciclo electoral. Y quizá de la historia de la España democrática: quedaba elegida como presidenta extremeña, María Guardiola, la antigua aspirante a Antígona, la popular que llegó segunda: consagrada con los votos racistas, antifeministas e indiferentes a la violencia machista de los ultras. Aquellos que, juró, jamás incorporaría a su Gobierno. Engaño y perjurio.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas...