El voto por correo es voto

Barcelona

La dirección de Correos ha disipado otra acusación en sordina: que no llegaría a encauzar todas las papeletas recibidas por los carteros, o sea, que habría trampas con el voto por correo. Lo dijo uno, de cuyo nombre casi es mejor no acordarse, prometiendo pagas extras fuera de lugar, de competencia y de dignidad. Uno, que además había sido presidente de la empresa pública en tiempos ominosos.

El caso es que el derecho de los votantes a depositar su papeleta a distancia ha sido satisfecho. Todos los votos son votos. Hoy mismo, según ha prometido la entidad, se habrán entregado todas las documentaciones electorales necesarias. Y así podrán cumplirse las tres fases de su obligación. Primera, entregar la documentación. Segunda, recoger las firmas. Tercera, entregar los votos a las mesas electorales, el mismo día de la convocatoria, el próximo domingo.

¿Era necesario sembrar sospechas sobre los carteros, o sobre sus jefes? Pues claro que sí, sospecha, que algo queda. Era una manera de tapar asuntos vergonzosos, como los acuerdos de gobierno con la ultraderecha en algunas comunidades autónomas. Como el perjurio de la que un día creímos que era Antígona, la extremeña María Guardiola, y resultó ser, simplemente, lo que es.

Trump es Trump, aunque se llame Alberto.