La conciencia o la conveniencia

Barcelona

La discusión es apasionada. Unos creen que Feijóo acertó al desmarcarse del debate, porque así no corría riesgos. Otros pensamos lo contrario. Que su ausencia trabajó contra su propia causa. Porque las encuestas más transparentes predicen resultados muy equilibrados entre el bloque de izquierdas y el dueto de derechas. Porque el debate a tres fue correcto en las formas, en el respeto a la palabra ajena: así que donde está Feijóo todo es lío, y donde no se presenta, se puede hablar y se distinguen los argumentos de unos y otros. Y en este sentido, fuera del mundo real, agazapado, resultó derrotado: por él mismo.

Pero esto es solo un cálculo de quién sacó mejor partido. Y eso no es lo más importante. Lo más importante es que la democracia se basa en dialogar; y para dialogar hay que estar ahí. Los ciudadanos tienen derecho a conocer las opiniones, la capacidad de discutir, la personalidad de los líderes, en competencia seria y digna entre ellos. Es la esencia del sistema parlamentario. Y en pleno siglo XXI, eso requiere también la concurrencia en los medios, escritos, radiados, audiovisuales. Con su espantada, Feijóo ha rehuido esa obligación. Ha menospreciado a los ciudadanos, en especial a quienes tienen predisposición a votarle. Ha despreciado a los medios públicos, además de a muchos privados. Y se ha personado en escena como el que huye. Cuando ya tenemos en este país bastantes fugitivos.

O sea, que más allá del cálculo sobre la conveniencia de aparecer o esconderse, que es meramente político y numérico; debería primar el consejo de la conciencia. La conciencia, antes que la conveniencia. Si no es mucho pedir.