La culpa de todo no la tienen las encuestas
Acusaciones de pucherazo, sospechas del voto por correo, ataques a la televisión pública... Se han dicho muchas cosas que de pronto se oyen menos, con los graves que eran
Se han oído muchas cosas que de pronto se oyen menos, con lo graves que eran. Aquí iba a haber un pucherazo en mayo y otro en julio. Aquí se puso en sospecha el voto por correo, que luego fue récord y que llegó a tiempo. Aquí no iba a ir nadie a votar ni se iban a poder constituir las mesas, aunque luego se constituyeron las mesas y subió hasta la participación.
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La culpa de todo no la tienen las encuestas
Aquí se ha dicho que, por hacer una pregunta, a la televisión pública no hay que ir. Y no se va, aunque dejen en tres debates que eran para cuatro. Aquí se ha alentado un lema que algunas víctimas pidieron por favor que no se usara porque en algún caso les recordaba al asesino de su propio hermano. Pero eso nadie lo frena.
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Aquí se empezó hablando de gobierno okupa y, al final, se ha llegado a sugerir si la avería de un túnel no estará hecha para que los votantes no cojan su tren. Aquí, en fin, no ha importado que la necesaria crítica al gobierno pudiera llegar a llevarse por delante la reputación de un país que ahora dicen que está en juego por alianzas parlamentarias que impidan que gobierne la lista más votada, que es, precisamente, lo que ocurre en alguna comunidad. Se han dicho muchas cosas y a lo mejor la culpa de todo no la tienen las encuestas. Ni siquiera aquellas encuestas que acertaron.
Arrancan las conversaciones para formar gobierno
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