Una bolsa de agua caliente y a la cama, rapaciño
Uno no se mete a ministro o a presidente de gobierno para luego cogerse la baja

Una bolsa de agua caliente y a la cama, rapaciño
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Madrid
A Feijóo le duelen los riñones. Estas cosas siempre pasan en el peor momento: cuando tienes excursión en bicicleta con los niños, cuando hay que montar las estanterías Billy, cuando vas a ganar unas elecciones generales. Y menos mal que los resultados no han sido tan buenos y nadie le ha obligado a dar botes en el balcón de Génova. Alberto, no hace falta que llames a tu madre, que te va a decir lo que todas las madres: una bolsa de agua caliente y a la cama, rapaciño. O a lo mejor te dice que unas elecciones se ganan o se pierden por pequeñeces así. Unos cientos de miles de españoles que pensaban votarte se lo pensaron mejor tras imaginarte en ropa interior y faja lumbar: por eso no has conseguido todos los escaños que querías.
Si te sirve de consuelo, Kennedy tenía los riñones peor que tú, y además le fallaban los pulmones, las articulaciones, el estómago y no sé cuántos órganos más. Los dioses, los semidioses, las criaturas del Olimpo tendríais que estar exentos de casquería. Esas cosas son para nosotros, la gente corriente. Uno no se mete a ministro o a presidente de gobierno para luego cogerse la baja. ¿Y si dentro de unos meses hay que repetir elecciones y te sale un orzuelo o un uñero o un golondrino? Eso te pasa, Alberto, por ser humano, demasiado humano.
Señores científicos, ustedes que han sido capaces de cultivar filetes de ternera en un laboratorio, ¿para cuándo una generación de políticos sin riñones ni higadillos?





