Sociedad

Vivir sin agua: la sequía se ensaña con los pueblos del norte de Córdoba

Dos municipios cordobeses se enfrentan a las consecuencias de que el embalse de Sierra Boyera, que les proporcionaba agua, se haya secado

El embalse de Sierra Boyera, que durante años ha abastecido de agua potable a 20.000 vecinos del norte de Córdoba, se enfrenta ahora a una de sus peores sequías. / Escuela de Periodismo UAM - EL PAÍS

El embalse de Sierra Boyera, que durante años ha abastecido de agua potable a 20.000 vecinos del norte de Córdoba, se enfrenta ahora a una de sus peores sequías.

Los vecinos del norte de Córdoba conocen de primera mano la incomodidad que supone vivir sin agua potable en sus casas. El embalse de Sierra Boyera, del que obtenían el agua, se convirtió en abril de 2023 en el primero en secarse en España. El Gobierno autorizó entonces las obras de emergencia del trasvase de La Colada, otro embalse próximo. Sin embargo, este proporciona agua turbia y no potable a los casi 20.000 vecinos. Para solucionar esta nueva crisis derivada de la sequía, la Empresa Provincial de Aguas de Córdoba ha habilitado camiones cisterna que, todos los días, traen agua potable desde un tercer embalse: el de Puente Nuevo.

Desde los distintos pueblos piden que se haga un trasvase con este último pantano para que llegue el agua potable a sus casas y, de esta forma, no tengan que obtenerla de los camiones. Llevan dos meses en esta situación y aseguran que son los únicos municipios de la provincia de Córdoba que sufren restricciones de este tipo. Los dueños de los restaurantes que rodean a Sierra Boyera, así como niños y adultos, se han quedado sin actividades de verano: no hay turismo y ya no se puede pescar ni organizar campamentos.

Los habitantes de Peñarroya asisten cada día a uno de los seis puntos del municipio en el que un camión cisterna de 20.000 litros de capacidad acude para suministrarles agua. Los niños, jóvenes y personas mayores que vienen cargados de garrafas vacías hacen cola y respetan su turno. Muchos se quejan de que el camión pasa a las 16:00 de la tarde por su barrio, cuando el termómetro marca 41° grados. Por ello, prefieren andar cuarenta minutos a las 12 de la mañana antes que salir más tarde y, así, evitar posibles golpes de calor. María Victoria tiene 50 años y, enfadada, se queja de que tiene problemas de salud: “No hay derecho a que las personas mayores y enfermas tengamos que venir a por agua, yo por suerte tengo a mi prima que me acerca en coche, pero si no fuese por ella, no podría venir".

Los vecinos de Peñarroya acuden por la mañana al reparto de agua potable del camión cisterna, el 11 de julio de 2023.

Los vecinos de Peñarroya acuden por la mañana al reparto de agua potable del camión cisterna, el 11 de julio de 2023. / Escuela de Periodismo UAM - EL PAÍS

Los vecinos de Peñarroya acuden por la mañana al reparto de agua potable del camión cisterna, el 11 de julio de 2023.

Los vecinos de Peñarroya acuden por la mañana al reparto de agua potable del camión cisterna, el 11 de julio de 2023. / Escuela de Periodismo UAM - EL PAÍS

Otros municipios afectados

A apenas 10 minutos de distancia de Peñarroya se encuentra el pueblo de Belmez, afectado igualmente por la sequía del embalse de Sierra Boyera. Los más de 2.900 vecinos con los que cuenta el municipio viven día tras día con las mismas consecuencias que los del pueblo vecino: un embalse seco, un agua no potable que les llega desde La Colada y viéndose obligados a acudir todas las semanas a los puntos a los que acude el camión cisterna para proporcionarles agua potable.

A las seis de la tarde, cuando apenas hay gente caminando por el pueblo, Inés María y Manuela vuelven a sus casas tras salir de misa. Bajan la calle hablando sobre el que se ha convertido en el tema del verano: la sequía del embalse de Sierra Boyera y la situación con el agua no potable. Ninguna de las dos recuerda haber vivido una sequía tan grave como la de este año. “Te pica todo, el pelo, el cuerpo... El agua que nos traen tiene muchos productos”, cuenta Manuela.

Cerca de la iglesia de la que salen Inés María y Manuela se encuentra el bar Plaza Joven. Su dueño, Pedro González, explica cómo la situación con la sequía y, sobre todo, con el agua no potable que llega desde el embalse de La Colada, ha provocado un gasto extra en su negocio. Los comercios, restaurantes, bares y hoteles son, más allá de los vecinos, otros de los grandes afectados por la situación del embalse de Sierra Boyera.

González, que siempre ha ofrecido agua del grifo a sus clientes, ya no puede hacerlo. Después de la experiencia con el embalse de La Colada, no se fía de la que llega en los camiones cisterna. “Yo prefiero comprarla. Quién sabe si el agua (que llega en los camiones cisterna) no es la misma que la del grifo. ¿Quién nos dice que no la están llenando en el pozo de abajo?”, se pregunta. Tanto para él como para muchos vecinos de Belmez, esta pérdida económica por tener que comprar agua embotellada y, en general, los problemas que se han originado a raíz de la sequía del embalse se podría haber evitado.

Víctor Manuel Pedregosa, alcalde de Peñarroya desde las elecciones del 28 de mayo, critica que las distintas administraciones no hayan sido capaces de llegar a un acuerdo. Estas "trifulcas partidistas" han provocado que los más de 20.000 ciudadanos que dependían del agua del embalse de Sierra Boyera no tengan agua potable en sus casas, según el alcalde. A finales del año 2022 la Confederación Hidrográfica del Guadiana, que depende del Ministerio de Transición Ecológica, empezó las obras de emergencia que tenían que conectar el embalse de La Colada con el de Sierra Boyera.

Mientras ninguna formación política ha asumido la responsabilidad de la situación, son los vecinos quienes, seis meses después de que finalizasen las obras para conectar ambos embalses, continúan pagando el desenlace de estas obras. Mientras tanto, el Ayuntamiento de Peñarroya pide a la Junta de Andalucía, de la mano del Partido Popular, y a la Diputación de Córdoba, encargada de llevar agua potable a los pueblos de la región, que acelere la construcción del trasvase con el embalse de Puente Nuevo y, desde el gobierno andaluz, se reclama al Estado prácticamente lo mismo.

 
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