Barbie no solo color de rosa
La pantalla es color de rosa, mientras la arena está plagada de toallas de todos los colores que acogen millones de cuerpos esforzados en aceptarse tal y como son
Barbie no solo color de rosa
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Madrid
"Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie", la frase es de El gatopardo de Lampedusa, pero este año la pronuncia la muñeca Barbie con su boquita de plástico, su pelazo rubio y sus medidas de siempre, solo que ahora encarnadas en el cuerpo feminista de Margot Robbie. El rosa ya no es lo que era, aunque sigue siendo un color de Barbies. Claro que la vida real no pasa en el cine sino en la calle, más concretamente en la playa en estos días.
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La pantalla es color de rosa, mientras la arena está plagada de toallas de todos los colores que acogen millones de cuerpos esforzados en aceptarse tal y como son. Con sus manchas solares, sus kilos de menos o de más, su piel de naranja, su operación bikini, sus complejos, su paso por la luz cenital de algún inclemente probador, su gimnasio, su vida demasiado sedentaria, su hambre y su belleza. Y, por encima de todo, su deseo de gustar, de agradar, de estar felizmente entre los otros. Al final del día, ningún cuerpo es tan hermoso como el que desea ser amado.
Lo recuerdo porque llevamos tanta presión encima que a veces se nos olvida la gloria que nos inunda por el hecho de caminar sobre la tierra y recibir el sol una tarde cualquiera, una mañana de verano. Me encantan las playas, porque son un festival de movimientos y matices, un hervidero de ternura y cuidados. Me gusta cómo las parejas se dan crema para que esa espalda no se queme, para que la caricia de la mano amada proteja y cuide. Me encanta la hija que abre la silla plegable a la madre que la acompaña y el padre que coloca los juguetes del bebé con precisión de cirujano sobre la arena.
Me gusta cuando alguien saca un libro de la mochila con el cuidado de quien desentierra un tesoro y esa mujer que va sola para que nadie tenga nada que decirle, al menos durante un rato. O esa pandilla adolescente que abre una bolsa de pipas con la satisfacción de quien lo tiene todo en la vida. Porque, en ese precioso momento, lo tienen. Les invito a mirar a la gente que tienen alrededor y a celebrar que la vida no es solo color de rosa. Abracen los cuerpos queridos y celebren el propio, en toda su gloria. Después de todo, vivimos el sueño de una larga noche de verano. Ese donde ninguna inteligencia es artificial y ningún cuerpo de plástico. Alegría pues para hoy.