Carta al Rey Felipe VI
Servidor cree que si un día usted, su hija o los descendientes de su hija pierden la corona y a España llega la Tercera República no será por una caterva de republicanos
Madrid
Los niños escriben cartas a los Reyes Magos en Navidad e incluso en ejercicios escolares, pero yo voy a hacer como si fuera una niña de seis años y le voy a escribir una carta a Felipe VI.
Majestad: servidor tiene el atrevimiento de escribirle una carta que espera no perturbe su asueto veraniego ni el de su familia, que bastante tiene usted con las regatas del emérito.
Sus vacaciones acabarán pronto cuando deba proponer un candidato a la presidencia del Gobierno. La Constitución no es clara y le da a usted margen de maniobra. Debe escuchar a los portavoces parlamentarios y después señalar un candidato. Podría proponer a Don Alberto porque su partido es el que tiene más diputados o podría proponer a Don Pedro si es el candidato que puede sumar más apoyos.
Servidor lleva unos días leyendo las cosas que le escriben los colegas de la fachosfera. Jorge Bustos le indica desde El Mundo que como no encargue formar Gobierno a Don Alberto estará desairando usted a la derecha sociológica.
Desde ABC, Ignacio Camacho explica que la Constitución no precisa al Rey qué hacer si dos candidatos le dicen que quieren ir a la investidura y que estarían poniendo a su Majestad ante un dilema cuya resolución sería criticada por medio país. Camacho dice que no hay ninguna razón de peso para someterle a usted, Majestad, a ese escenario de tensión gratuita. Pero no se ahorra su indirecto consejo al hablar de “la repentina prisa sanchista”, nacida de “un arrebato de arrogancia” de Don Pedro. ¿No irá usted a proponer a un arrogante que le mete prisa, verdad Majestad? Desde el micrófono de COPE Ángel Expósito no se anda con remilgos y le dice que “lo más lógico es que proponga al más votado de las elecciones”, a Don Alberto.
Servidor cree que si un día usted, su hija o los descendientes de su hija pierden la corona y a España llega la Tercera República no será por una caterva de republicanos sin dientes, inofensivos, ni siquiera será por errores no forzados como los de su padre, sus cuñados y sus sobrinos, sino por quienes consigan que la Monarquía sea de parte, no de todos. Cuídese de los aduladores, de quienes le dicen lo que tiene que hacer, porque ellos serán quienes le quiten la corona.