"Nos abre un espacio solo para nosotros": por qué la pereza puede ser beneficiosa para la salud

Desconectar es todo un reto para muchas personas. Las vacaciones de verano son la oportunidad perfecta para el descanso. Sin embargo, no son pocos los que a pesar de no tener alarmas, ni eventos, ni obligaciones laborales son incapaces de poner el cerebro en 'modo pausa'. Ante esta situación, el profesor de Filosofía de la Cultura de la Universidad Complutense de Madrid, Juan Evaristo Valls, reivindicaba la importancia de la pereza en un artículo del diario El País.

Valls considera que el verano es el momento idóneo para poner fin a un exceso continuo de productividad. Ahora bien, para ello, es necesario acabar con la falsa necesidad de aprovechar el tiempo. "Las vacaciones de verano son propicias para derrochar el tiempo y no para aprovecharlo", ha bromeado el filósofo. "Yo creo que la pereza no es un descuido, como dice la RAE, sino que también es una forma de cuidarnos", ha sentenciado.

"La pereza nos abre un espacio sólo para nosotros"

Para Valls, la pereza no sólo permite cuidarnos en un sentido de liberación, sino que también lo hace de una forma física. "La pereza nos abre un espacio sólo para nosotros. Un espacio que no está dedicado solo a formarnos, a cultivarnos o a seguir invirtiendo en esa especie de empresa de nosotros mismos que somos bastante a menudo", ha explicado el profesor.

"El gran problema es que somos adictos al trabajo", ha apostillado Valls. Precisamente por eso, para él la pereza es también un símbolo de resistencia. No obstante, en un entorno que empuja a la hiperproductividad, poder parar es un privilegio. "Es algo que sólo pueden permitirse unos pocos", ha apuntado.

Establecer una división entre el ocio y el trabajo es cada vez más complicado. El agotamiento, el estrés y otros problemas de salud mental son una consecuencia directa de un mundo hiperproductivo. Ante esto, la neurocientífica y catedrática de fisiología, Raquel Marín, ha explicado el daño que provoca en los seres humanos la sobrecarga cognitiva del cerebro. "El cerebro funciona con un sin fin de estímulos", ha expuesto. "Si estamos en un umbral permanente de hiperestimulación, entonces nos cuesta mucho tomar decisiones con respecto a aquello que nos es más favorable a nivel personal y, además, nos dejamos llevar por aquello que desde el punto de vista colectivo puede ser más beneficiosos y te puede dar más impacto", ha añadido.

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"Si decidimos que el trabajo está en el centro de nuestra vida, entonces estamos descentrados"

"Esa hiperestimulación te aleja un poco de lo que sería tu umbral decisorio", ha apuntado la neurocientífica. En este sentido, nuestra capacidad de tomar decisiones se deteriora. Por tanto, cabría plantearse cuál es el mejor remedio para paliar estar situación. "No somos nuestro trabajo", ha comentado Marín. El cerebro tiene la capacidad de forjar la realidad. "Si decidimos que el trabajo está en el centro de nuestra vida, entonces estamos descentrados", ha ejemplificado.

Las decisiones laborales individuales pueden determinar la vida de las personas. Optar por no ser excesivamente productivo en el trabajo ayuda al bienestar personal. "Ayuda a conseguir algo que se llama 'silencio mental', un momento en el que nos liberamos de aquellos pensamientos que nos ahogan", ha concluido.

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