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“Su periodismo ha muerto”: Javier del Pino recuerda a su amigo Ramón Lobo

El director de A vivir y Luis de Vega, corresponsal de guerra, han hablado de la figura del periodista, fallecido a los 68 años

“Su periodismo ha muerto”: Javier del Pino recuerda a su amigo Ramón Lobo

El mundo del periodismo, y el mundo en general, ha amanecido más triste este jueves después de la muerte de Ramón Lobo. El periodista, corresponsal de guerra y colaborador de la Cadena SER fallecía a los 68 años en Madrid a causa de uno de los cánceres que padecía. Figura respetada y venerada por todos sus compañeros, desde octubre dejó de participar en el programa A vivir que son dos días para intentar luchar contra la enfermedad, aunque en las últimas semanas ya supo que tenía que despedirse de amigos y seres queridos.

En Hoy por Hoy hemos querido recordar su figura. Y para ello hemos contado con dos personas que conocían a Ramón Lobo mejor que a ellos mismos. Uno es Javier del Pino, director del A vivir; el otro es Luis de Vega, periodista de El País y corresponsal de guerra, que coincidió con Ramón en la Guerra de Irak y con el que rápidamente tuvo una conexión especial.

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Pino ha recordado la última vez que vio a Ramón Lobo. Fue a verle a su casa y el periodista estaba obsesionado con acabar el libro, su último libro, que quedará como su legado. “No quería que fuéramos consciente de su sufrimiento interno”, ha proseguido el director de A vivir, que cree que esta obra, su última obra -que habla del proceso de la vida y de la muerte- era un poco su “catarsis para no tener que pensar en aquello que estaba pasando: varios cánceres muy dolorosos”.

Ramón Lobo, por suerte, pudo terminar el libro horas antes de emprender su último viaje al hospital. “Estaba todo preparado para que acabara en ese momento”, ha valorado Pino, que ha recordado cómo lo conoció -cuando él era corresponsal en Washington para la SER y El País y Lobo era responsable de cierre del periódico- y ha asegurado que “escribir le salvaba la vida”.

Así fue la despedida de Ramón Lobo en 'A vivir'

“En la vida conoces a poca gente distinta, a poca gente que te deja una huella especial. Ramón era una de esas personas”, ha proseguido Pino, que ha calificado al corresponsal como alguien “especial” que sabía aceptar “las indignidades de la profesión”, como cuando sufrió el ERE de El País con más de 50 años. “Eso le había curtido y le había convertido en un tipo íntegro”, ha sentenciado.

“Su periodismo ha muerto”, ha lamentado Pino, que cree que el mundo del periodismo ha terminado tal y como lo conoció Ramón Lobo. “Lo recordaba no con añoranza, sino como si fuera posible volver a empezar”, algo que hizo él para reinventarse y acabar en la radio, aquí en la SER. Javier del Pino ha hablado sobre otra de las máximas de Ramón Lobo: “Tocar siempre las narices y no dejar a nadie indiferente”. Una máxima que aplicó durante 10 años en la radio, una época profesional de la que disfrutó.

“Me he quedado un poco huérfano”

También ha hablado de esa última vez que se vio con él Luis de Vega, que además se ha quedado “un poco huérfano” y ha lamentado que finalmente haya ocurrido lo que desde hace semanas sabían que era inevitable. El periodista lo conoció en la Guerra de Irak, y ha recordado que cuando lo echaron del ABC una de las primeras llamadas que recibió fue de Ramón Lobo, que le dijo “esto no ha acabado”.

De Vega ha continuado explicando que, en estos últimos meses, todos los amigos de Lobo han recibido “una lección de vida”. Él, cada vez que volvía de Ucrania -donde está de enviado especial- intentaba ver a Ramón para tener una conversación. La última, el martes, hace dos días, donde se dieron un abrazo y un beso para despedirse, sabedor en el fondo de que podía ser el último. “Como en ocasiones anteriores, nos quitaba todo el peso con su humor negro. Se preguntaba cómo se iban a sacar su féretro de un quinto piso –“de pie, como a Hannibal Lecter”, ha matizado Pino- o hablaba de la putada que era morirse en verano, con todo el mundo de vacaciones”, ha dicho De Vega.

Pese a lo duro que podían ser esa visita, “ir a verle era mejor que estar en el psicólogo”. Algo a lo que se ha unido Javier del Pino: “Reías, pero por evitar llorar”.

Gracias y hasta siempre, Ramón