Hoy por HoyLa mirada
Opinión

La mezcla que somos

La mezcla que somos donde todos somos todos, y nadie es peor ni mejor

La mezcla que somos

Fue en Canadá y hace tanto,

ya casi 70 años

allí se dio un hecho extraño:

a dos bebitos nacidos

en un hospital perdido

les confundieron las madres.

Fue un auténtico desmadre:

de allí salió cada una

con el bebé de la otra:

cada chico fue la sombra

que se coló en la otra cuna.

Eran familias diversas:

una, de armenios migrantes

que educaron al infante

con amor y con comida

en su cultura y su vida:

lo armenizaron bastante.

Y el chico, Richard, creció

convencido de su historia,

y su lengua y su memoria,

en un entorno bonito

donde hizo suyos los ritos,

gratitud inmigratoria.

La otra familia era más

complicada, despojada:

la pareja combinada

de una india y un francés

que se murió pronto y tres

chicos dejó en la estacada.

Así que Eddie, el indiecito,

creció en casa mal llevada

hasta que, sin más morada,

terminó en un orfanato:

pasó tantos malos ratos

por su raza maltratada.

Así vivieron sus vidas:

aquel nativo fue armenio

y el armenio fue nativo.

Cada cual fue el otro y fue

él mismo porque no es

la sangre lo decisivo.

Hasta que un extraño azar

les reveló la verdá:

cuando los dos ya eran viejos

les mostró que no eran ellos

sino el otro en el espejo

de sus vidas invertidas:

quién les quita lo vivido,

quién les da lo que han perdido.

La historia es de tanta gente:

tantos que se creen muy puros

y se sienten bien seguros

de que son tan diferentes,

ya podrían usar sus mentes

para entender que no son

eso que claman que son

sino la mezcla que somos

donde todos somos todos,

y nadie es peor ni mejor.