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Opinión

El verano es un momento explosivo

Estamos de vacaciones y somos mejores: las expectativas han quedado definitivamente atrás y el presente es, por una vez, nuestro

El verano es un momento explosivo

Madrid

El verano es un momento explosivo. Ese en que nos preparamos para lo mejor, para la felicidad y el disfrute más escandalosos: eso que llamamos vacaciones. Solo que en algún momento nos sorprende la vida recordándonos que no estamos a la altura de la felicidad que buscábamos.

Camino de la playa, los reproches se escuchan entre unos y otros rebaños de familias, como las plegarias de una procesión. Se va por aquí, ¿quieres hacerme caso? Te digo que no es por ahí. No lo dices tú, lo dice Google. ¿Quieres dejar de mirar la pantalla y leer los carteles? Voy a preguntar. Que te he dicho que yo no pregunto. Claro, tú es que eres muy lista. No, es que yo levanto la vista de la pantalla cuando quiero saber dónde estoy. ¿Estamos discutiendo? ¿Así es como empieza nuestro día feliz? ¿Lo estamos estropeando? ¿Por qué lo estamos estropeando? Llanto terrible. La niña llora en el suelo. ¿Pero cómo te has caído? Si te dije que no vinieras en chanclas o te resbalarías con las piedras del camino. Y en ese preciso instante, bajo un sol implacable, la decepción se abre paso y la frustración estalla como los fuegos artificiales de la falsa felicidad. Luego viene la traca final. Y el día parece perdido.

Sin embargo, no nos rendimos, seguimos esforzándonos. Practicamos deportes acuáticos, clavamos la sombrilla a pesar del viento, nos iniciamos en el pádel-surf cumplidos los cincuenta y madrugamos más que en invierno para cuidarnos, para correr, para respirar, para hacer volar una cometa. Por eso el verano merece ser también el tiempo de la delicadeza. Porque todos somos más frágiles cuando nos esforzamos por ser mejores. Y esa grieta que a veces duele no está hecha de decepción sino de belleza. Y una mañana cualquiera de pronto sucede, lo hemos conseguido. Estamos de vacaciones y somos mejores: las expectativas han quedado definitivamente atrás y el presente es, por una vez, nuestro.