Elton John se come un After Eight

Steven Pinker tiene razón cuando dice que el mundo va a mejor. Elton John anunció hace mes y medio que dejaba los escenarios y parece que lo está cumpliendo. Eso sí que es un avance. Y no es que las canciones de Elton John no me gusten. Es que con sus canciones me ocurre que me gustan y no me gustan, como las endibias y los palmitos.

Si vas a cenar en casa de alguien y te sirven una ensalada de endibias y palmitos, te la tienes que comer. Pues con Elton John lo mismo. Si estás en Inglaterra y te toca ir a un funeral, seguro que acabas tragándote Candle in the Wind.

A Elton John lo que más le gusta es cantar en los funerales. Funerales de alto copete, claro está. Si estás en un funeral inglés y no canta Elton John, es que el muerto es un pringao, un loser. Sus funerales favoritos son los de la realeza, particularmente los de esa santísima trinidad formada por la reina madre, la reina reina y lady Di, que era algo así como el Espíritu Santo.

Para los Windsor, Elton John ha acabado convirtiéndose en uno de esos parientes lejanos a los que solo ves en bodas, bautizos y comuniones y que nunca terminan de marcharse. “Aquí los señores querrán descansar”, insinúa el príncipe Guillermo. “¿Pero es que este hombre no tiene casa?”, insiste el príncipe Enrique. Y el tío Elton, a lo suyo: “Acercadme el platito de los After Eight, chicos.”