Cromos del Mundial
En la televisión veía correr a las jugadoras, las veía abrazarse y ser poderosas sin estar pendientes de lo que muestran o no, sin sujetarse nada, libres
Cromos del Mundial
Madrid
El otro día estaba esperando para entrar al cine, cuando un niño salió corriendo de un McDonald’s que hay justo al lado. Le metía prisa a su madre, que iba detrás. El crío se sentó en un banco y al abrir la caja desplegó el olor a aceite y glutamato que nos llegó a todos, como su risotada cuando sacó el regalo entre las patatas. Era un sobre de cromos; lo rasgó y empezó a pasarlos con el pulgar, mientras su madre miraba esas caras, agachada, sujetándose la camisa sobre el escote. Ahí estaban, las caras de las mejores futbolistas del Mundial emergiendo de un Happy Meal.
Estábamos en plena vorágine de opiniones sobre el gesto de Amaral en el escenario, y mientras entraba al cine, no podía dejar de pensar en esa madre, en ese gesto de sujetarse la camisa. Solo es un gesto, y además un gesto que pasa inadvertido hasta para quien lo hace. Y sin embargo, ¿qué tapa además de su ropa interior? Cuando empezaron los tráileres, lo olvidé.
Hasta este martes.
Primero fue Salma Paralluelo, pero cuando Olga Carmona pegó su zurdazo y puso en pie a España, esa España que ve en festivo un partido de fútbol de un mundial femenino, volví a pensar en ella, en su postura comedida. En la televisión veía correr a las jugadoras, las veía abrazarse y ser poderosas sin estar pendientes de lo que muestran o no: las veía espontáneas y rabiosas, puros tendones, fuerza y gestos hábiles, poderosas, llorando de rodillas, agachadas, sin sujetarse nada, libres.