La cosa está difícil
"La cosa está difícil, nos ha jodido, pero qué quieren que les diga: a mí, que de niña nunca me dejaron entrenar con el equipo de fútbol del colegio, al verlas en la final me parece que lo más difícil ya está hecho. A por ellas, chicas"
La píldora de Alba Carballal | La cosa está difícil
La verdad es que la cosa está difícil. Las inglesas son correosas y nosotras, pese a la emoción desbordante y a los golazos imposibles de las últimas semanas, no dejamos de ser novatas en esto de jugar finales. La cosa está difícil, sí, pero más difícil parecía alcanzar un acuerdo justo durante la huelga de mujeres futbolistas de 2019, cuando las negociaciones de un convenio colectivo de mínimos estaban completamente bloqueadas por la patronal. Y lo hicieron. La cosa está difícil, eso no hay ni que decirlo, pero también nos habría resultado impensable, hace no tanto, que cualquier deportista homosexual celebrase una victoria con un beso a su pareja en público. Y lo hemos visto. La cosa está difícil, desde luego, pero más difícil era imaginar antes de este mundial, en un país en el que los insultos racistas en los campos de fútbol están todavía a la orden del día, una fiebre tan intensa y respetuosa por la que es, con toda probabilidad, la selección española más plural y diversa de la historia. Y están arrasando. La cosa está difícil, qué duda cabe, pero la vida es ancha, se abre paso y a veces te da sorpresas: si le dicen hace quince años a la adolescente que fui que en 2023 hasta los niños portarán con orgullo camisetas con nombre de mujer a su espalda, no se lo habría creído; porque, para esa misma chavala, conseguir una equipación de baloncesto de Laia Palau en la primera década de este siglo era toda una odisea. La cosa está difícil, nos ha jodido, pero qué quieren que les diga: a mí, que de niña nunca me dejaron entrenar con el equipo de fútbol del colegio, al verlas en la final me parece que lo más difícil ya está hecho. A por ellas, chicas. Soy Alba Carballal