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Qué es el 'límite de grado cero' y por qué su nuevo hallazgo es una mala noticia

El límite de grado cero es una medida clave para los científicos y está arrojando medidas cada vez más preocupantes

Un equipo de rescate sobrevuela los Alpes franceses / Thomas Lohnes

Madrid

La agencia meteorológica suiza, MéteoSwiss, ha localizado este lunes el 'límite del grado cero' a una altura de prácticamente 5.300 metros de altura en medio de un periodo canicular que se abate sobre el país desde hace algunos días. El organismo meteorológico nacional confirmó que el grado cero se midió exactamente a 5.298 metros en la última noche, lo que constituye un récord desde que se empezaron a realizar estas mediciones en 1954. El récord anterior se registró menos de un mes atrás, el 25 de julio, y se identificó a 5.184 metros de altura.

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Suiza sufre estos días su segundo periodo canicular de este verano, con temperaturas superiores a los 36 grados centígrados en varios lugares. En España, la cosa es todavía peor y este lunes da comienzo el período más crítico de la cuarta ola de calor del verano, un nuevo episodio de temperaturas extremas que elevará los termómetros hasta los 43 grados en muchas zonas del país. Este dato es muy importante por su impacto en el desarrollo de la vegetación, el límite de la caída de nieve y los ciclos del agua.

Qué es el 'límite de grado cero'

El 'límite de grado cero', también conocido como isoterma cero, es una medida de referencia utilizada por los científicos para señalar la altitud a la que la temperatura es menor a cero y, por lo tanto, congelará el agua. Explicado de forma simple, si hay precipitaciones por encima de la isoterma cero, habrá nieva; si hay precipitaciones por debajo de ella, habrá lluvias.

El 'límite de grado cero' está presente también en los partes de montaña que utilizan los montañeros cuando preparan sus expediciones, puesto que les ayuda a prevenir en qué momento de su ruta podrían enfrentarse a temperaturas bajo cero e incluso a zonas heladas que requieran de un equipamiento especial.

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Las oscilaciones en el 'límite de grado cero' no son infrecuentes y de hecho presentan oscilaciones fuertes entre las épocas de verano e invierno. Lo que preocupa a los científicos es que su altura en los momentos más cálidos del año es cada vez mayor.

Qué pasa si el límite de grado cero sube

Cuando la isoterma se encuentra alta, las lluvias sustituyen a la nieve en zonas donde esta era habitual, lo que puede provocar aluviones, inestabilidad en las laderas y el arrastre de sedimentos por las pendientes montañosas. Estos fenómenos pueden traducirse en fuertes aumentos puntuales de los caudales de los ríos y también en la turbiedad de sus aguas, por ser depositarias de árboles, rocas, tierra y escombros.

Por qué es una mala noticia que siga subiendo

Lo normal –en atmósfera libre– es que esta isoterma fluctúe en invierno entre los 1.000 y 2.000 metros. Sin embargo, con la llegada de un frente frío podría llegar a bajar hasta los 600 metros o, incluso, alcanzar los 0 metros (es en este tipo de situaciones cuando se pueden producir nevadas a nivel del mar). En verano, por el contrario, puede llegar a ascender hasta alcanzar los 4.800 metros.

MéteoSuisse señaló que se calcula que el grado cero se ha elevado de 200 a 700 metros en el último siglo y medio, y que desde 1970 esta elevación se ha acelerado sobre todo en verano. Los expertos suizos han señalado que este dato es muy importante por su impacto en el desarrollo de la vegetación, el límite de la caída de nieve y los ciclos del agua.

El desplazamiento de la isoterma 0 a zonas más altas reduciría las áreas con almacenamiento de nieve y, por lo tanto, afectaría la disponibilidad de agua dulce. Esta profundización de la escasez hídrica impactaría a los ecosistemas en general, a los organismos que los componen, incluyendo a la población humana, y al equilibrio sistémico.

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"La vegetación podría verse afectada, reduciendo su distribución natural debido a la falta de agua y la mayor incidencia de eventos como los incendios forestales, lo que afectaría drásticamente las interacciones ecosistémicas. Algunas de las consecuencias serían la pérdida de biodiversidad, de diversidad genética y de hábitats; la disminución de capacidades para producir alimentos y fibras, así como de fijar y almacenar carbono; un incremento en la erosión, incidiendo sobre la desertificación y desertización", explique Manuel Paneque, profesor de la Universidad de Chile que ha liderado un estudio sobre la materia.