Contar las vacas
Yo te cuento y tú me cuentas y no me importa que mientas porque también miento yo. Que las vacaciones son materia para el relato: si la verdad paga el pato para eso está la verdad que se ha tomado y tendrá vacaciones para rato
Contar las vacas
Madrid
Todo el año trabajamos,
laburamos y curramos,
tantas cosas soportamos
imaginando esa playa
como un espacio sin vallas
pa’ todo lo que queramos.
Es el momento esperado:
nuestras vidas se trastocan,
nuestros cuerpos se desbocan;
corremos tras sensaciones
que en general no nos tocan:
estamos de vacaciones.
Es ese viaje de ida,
ese momento especial
en que la vida habitual
no es el eje de la vida
Lo son ritos y comidas
y la familia y los sueños
de creer que somos dueños
de nuestro tiempo por fin,
y que no habrá más trajín
que vivir esos ensueños.
Pero no es fácil saber
disfrutar si disfrutar
es la meta principal.
Sabemos obedecer
y sufrir, pensar, deber;
el problema está en gozar.
Es cuestión de improvisar:
no estamos acostumbrados.
Y te puede caer pesado;
es complicado inventar
qué hacer cuando no hacés nada.
Sí, de acuerdo, unas brazadas,
y unas cañas y un helado
y un chou y ya bien cenado
un roce de piel quemada.
Hasta que todo se acaba
y hay que volver al hollín.
Pero no siempre ese fin
es un final que temamos:
a veces lo disfrutamos
como si fuera un festín.
Porque hay una cosa sola
que mola tanto que mola
más que muchas vacaciones:
son esas fabulaciones
que sobre ellas contaremos.
Las fotos que mostraremos,
las historias imposibles
que se volverán creíbles
porque aquel que las escucha
también te ha de contar muchas
como las tuyas, risibles.
Ese es el pacto, señor:
yo te cuento y tú me cuentas
y no me importa que mientas
porque también miento yo.
Que las vacaciones son
materia para el relato:
si la verdad paga el pato
para eso está la verdad
que se ha tomado y tendrá
vacaciones para rato.