A vivir que son dos díasLa píldora de Elena Medel
Opinión

Utilidad del verano

"Sin embargo, el verano: otra vida posible. De ella conservamos el imán del frigorífico y la canción que cantarán en las verbenas de las próximas vacaciones"

Leí un poema de Juana Bignozzi que termina con estos versos: «aprendí hace mucho / que no hay nada más patético / que la canción del verano la canción del momento / pasado ese verano pasado ese momento». Empiezo por el final. Colocas en el frigorífico el imán con el relieve de la plaza pintoresca en la que te sentaste a tomar algo durante tus vacaciones, un puente o quince días o el mes, y con ese gesto declaras que ha pasado el momento: ya se acabó la conversación al sol o a la sombra, cuando lo que te preocupa lo guardas en la servilleta de papel, la doblas, la escondes bajo el plato. Abrirás el frigorífico para sacar el brik de leche o la fiambrera con los restos, cuando sea, y el imán te devolverá a ese momento pasado, a la plaza y a la conversación y a la servilleta con los problemas ocultos, y no sobre la mesa. Entonces las canciones del verano sonaban en un tiempo suspendido, con el volumen no se oían las noticias, el estribillo era un conjuro que ahuyenta lo que daña: tractor amarillo, bomba, tiburón, tapando el sueldo bajo si lo tienes, tapando la hipoteca si la tienes, tapando el alquiler que no encuentras. Sin embargo, el verano: otra vida posible. De ella conservamos el imán del frigorífico y la canción que cantarán en las verbenas de las próximas vacaciones. Nos enfrentaremos entonces a problemas distintos, más o menos graves, de los que nos olvidaremos mientras dure. Para eso sirve.