El cine en la SER
Cine y TV | Ocio y cultura

Venecia 2023 | David Fincher retrata la decadencia del mundo moderno en 'The Killer'

El director de 'Seven' y 'La red social' presenta en Venecia este thriller de Netflix sobre un asesino frío y pragmático con un efectivo Michael Fassbender

'The Killer' con Michael Fassbender / Cr. Netflix ©2023

Venecia

El arte alrededor del crimen, la astucia y la belleza que rodea su composición y realización ha centrado una buena parte de la historia del cine y de la novela negra. Comprender la mente del que mata, sus motivaciones y su psicología ha dado para tratados sociológicos y para algunas películas interesantes. Alguno de los mejores filmes sobre este asunto los ha firmado un mismo autor: David Fincher. Conocido por imprimir en el set meticulosidad de cualquier asesino en serie, Fincher nos ha dado películas como Seven o Zodiac, que indagaban en cómo y por qué mata alguien y qué grupo de inteligencia hay detrás. Fue quizá en la serie Mindhunter donde fue más lejos analíticamente, adentrándose en la desviación moral de los asesinos.

En The Killer, última película del director que acaba de ser presentada en la competición por el León de Oro del Festival de Venecia habla de un asesino, pero bastante diferente a los que nos ha contado hasta ahora. La película adapta una estupenda novela gráfica francesa, Le tueur, de Matz (Alexis Nolent) y Luc Jacamon que publicaron su primer tomo en 1997 y que han seguido enganchando a los lectores de todo el mundo hasta 2013.

Si el cómic era un tratado de geopolítica mundial y un ejemplo de la degradación moral y la decadencia del mundo posmoderno en el que nos ha tocado vivir, The Killer se aleja del retrato obvio de la crisis política actual, para adentrarse en la mente de ese asesino, más bien en el día a día de un hombre que mata por dinero y porque ya no respeta nada. El mundo ha dejado de respetarse a sí mismo. Todos somos hipócritas y yo, simplemente mato, viene a decir el protagonista. Fincher presenta al personaje de una manera estupenda: haciendo yoga y estiramientos, como hombre calmado, metódico y a gusto consigo mismo, con una voz en off sinuosa y tranquila, y a través de las canciones del grupo británico The Smiths, que el asesino escucha con sus auriculares mientras se prepara para la faena. Si en la novela, los autores nos explicaban su pasado como abogado, su primera vez en el mundo del crimen, su vida en París, aquí directamente pasamos al lío: a lo cotidiano y rutinario del oficio de matar.

Las letras irónicas de Morrisey, el líder de esa banda, unido al narcisismo y atractivo que despierta el cantante, y esa sensación de desesperanza de canciones como There Is a Light That Never Goes Out o How soon is now? explican, con un delicado juego de sonido, los rasgos del personaje, ese "charming man", que es Michael Fassbender. El actor irlandés está impecable en su interpretación de un tipo parco, aburrido, concentrado y atractivo. Interpreta al asesino, que como en la novela no tiene nombre, los va cambiando continuamente, eligiendo divertidos alias como Lou Grant -personaje que interpretó en la televisión americana de los setenta Edward Asner- en un intento de meter algo de humor al relato de la violencia y de evitar que el espectador empatice con el criminal.

La indiferencia ante el dolor de los demás pasa a convertirse en la banalidad para ejercer el mal, para quitarle la vida al otro como si el que comete un crimen, en realidad, estuviera haciendo cualquier otro trabajo que requiera pericia y concentración. Repite, como un mantra, los consejos para que todo salga bien, que se basan en no desesperarse, no salirse del plan, no confiar en nadie y no improvisar, entre otras astutas recomendaciones. How Can Anybody Possibly Know How I Feel? dice una de las letras de los Smiths, y esa es la idea, usar todos esos recursos para que el espectador sienta casi una experiencia inmersiva y entienda al personaje, aunque no empatice con él. Acompañe al antihéroe, sienta la tensión antes de pasar una aduana, reciba los golpes de una intensa pelea en una casa de Florida, en la que Fincher echa el resto.

Dice Todorov en su ensayo sobre El origen de los géneros que cada sociedad escoge un determinado género para dar cuenta de sus preocupaciones. La novela criminal tuvo su apogeo a finales del siglo XIX, donde el detective trataba de descifrar quién había cometido el crimen. El relato de la posmodernidad es para Fincher el del criminal, quizá porque todos podamos ser potencialmente asesinos, como dice el personaje de Fassbender. En un mundo donde la tecnología se usa sin reflexión, donde la avaricia del capitalismo nos lleva a hacer negocio con todo, hasta con matar, donde la soledad de las grandes ciudades (París, Chicago, Nueva York...) nos llevan a evitar a los demás, es fácil que surjan personajes como este, que solo flaquea al encontrarse con su némesis, Tilda Swinton. Es como si la violencia del holocausto hubiera seguido, transformándose, como auguraba el filósofo Günther Anders -esposo de Hannah Arendt, por cierto- en una violencia generada a través de la sociedad de consumo, esa que, como en el film, es capaz de vender todo tipo de herramientas para hacer el mal por Amazon, o de intercambiar dinero por asesinatos.

Decía Durkheim que cuando la sociedad está unida y cohesionada es más fácil que todo el mundo respete las normas y cumpla la ley. En un momento donde todo el mundo miente, donde todo el mundo interpreta un personaje y donde todo el mundo busca el máximo beneficio individual vivimos en total anomia. No hay por qué respetar las normas, si el mundo no las respeta, y es ahí donde todo está permitido, incluso matar con frialdad, premeditación y sin remordimientos como hace Fassbender. Fincher aprovecha para tratar algunos de los temas de su filmografía, como la deconstrucción de tipejos llenos de éxito y de claroscuros. Si en La red social miraba a Mark Zuckerberg, creador de Facebook, al final de The Killer apunta a lo turbio de personajes como Steve Jobs, de quien por cierto nunca llegó a firmar el remake.

The Killer es mucho más compleja de lo que aparentemente parece. No es un solo un thriller sobre un asesino que busca venganza. Es el retrato de un mundo que está en decadencia, pero que no tiene una utopía en la que creer para el futuro.

Pepa Blanes

Es jefa de Cultura de la Cadena SER. Licenciada...