Telefónica
¿Qué harían París, Roma o Berlín ante una nocturnidad tan premeditada y por tanto tan sospechosa? No se trata de exagerar el orgullo de Estado. Pero sí de asegurar un nivel mínimo de dignidad
Telefónica
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Barcelona
El régimen saudí quiere tomar un paquete de mucha influencia en Telefónica, hasta el 9,9% de las acciones: sería su principal propietario. Hay tres raseros para hacerse una idea clara sobre si conviene a España esa inversión, que el Gobierno puede legalmente reducir. El más benévolo es que confirmaría a este país como destino amigable para las grandes inversiones extranjeras: ahí es nada, es la gran multinacional española. El más complicado es que se trata de una compañía relacionada con la seguridad nacional, porque Telefónica es una gran contratista del Ministerio de Defensa en asuntos de comunicaciones y nuevas tecnologías. Además, la Unión Europea está frenando la entrada de las dictaduras en las infraestructuras “críticas” de sus 27 socios. Y Arabia Saudita acaba de ser aceptada como socio de los BRICS, el grupo de países capitaneados por China para confrontarse mejor con Occidente.
Pero quizá la arista más discutible de la operación sea otra. De procedimiento, más que de fondo, aunque también en esto el cómo es tan importante como el qué. La operación de apoderarse de una parte significativa del capital de la operadora española viene gestándose desde hace medio año largo, desde febrero. En secreto. Sin informar al Gobierno. ¿Por qué? La siguiente pregunta es muy sencilla, ¿Cuál sería la actitud de nuestros vecinos en este caso? ¿Qué harían París, Roma o Berlín ante una nocturnidad tan premeditada y por tanto tan sospechosa? No se trata de exagerar el orgullo de Estado. Pero sí de asegurar un nivel mínimo de dignidad. Muchas cosas se compran con dinero. Pero no todo.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...