Venecia 2023 | Marina Alberti defiende la memoria en 'Aitana', un corto en el que homenajea a su madre y su abuela, María Teresa León
Nieta del poeta Rafael Alberti y la escritora María Teresa León, la directora debuta en el Festival de Venecia con un emotivo cortometraje que junta el poder de la memoria íntima como memoria política y colectiva del sufrimiento de un país
Venecia
Cuenta el escritor de origen ruso Alex Halberstadt en su libro Los olvidados (Impedimenta) un experimento con ratones que viene a demostrar que el trauma sufrido por una generación se traspasa fisiológicamente a los hijos y a los nietos, incluso si estos no han tenido nunca contacto con las víctimas. A aquel estudio con ratones, siguió, la investigación se hizo con personas, con supervivientes del Holocausto. Se vio cómo sus hijos mostraban cambios en los genes determinantes de la respuesta al estrés, cambios idénticos a los que tenían sus padres. El trauma del exilio, de la violencia de la guerra, pero sobre todo de la desmemoria planea sobre las mujeres de la familia de Marina Alberti.
Convertida en cineasta, investiga en su nuevo trabajo, un cortometraje titulado Aitana y presentado en el Festival de Venecia, sobre herencias genéticas y adquiridas en torno a la memoria familiar, individual y colectiva. "Llevo muchos años pensando esta película, porque quería hablar sobre la sobre las mujeres de mi familia, sobre el miedo de la pérdida de la memoria. Me dí cuenta de que tenía que hacerlo ya , porque mi madre ya estaba muy mayor. Ella tiene 82 años. En aquel momento, cuando empezamos a rodar a rodar, tenía 75", cuenta en una entrevista en la SER desde el Festival de Venecia.
El apellido de la cineasta lo dice todo: es nieta del poeta Rafael Alberti y de la escritora Maria Teresa León. Ambos, combatientes contra el fascismo, salieron con prisas a finales de febrero de 1939 desde Elda, Alicante, hubo al exilio. Se quedaron en Roma, donde la casa de ambos intelectuales acogió a exiliados españoles durante años. Volvieron en la transición a un país que les había olvidado y los veía como personajes pintorescos.
La directora, que ha producido películas como Blanco en blanco y Eles trasportan a morte, ambas presentadas aquí en Venecia, dice que el peso familiar es liviano "Yo lo estoy viviendo desde una distancia diferente a la de mi madre, que sí fue algo más complejo para ella". Marina no habla de sus abuelos, o no solo. Habla de su madre, a la que retrata con belleza y ternura en este cortometraje que lleva por título el nombre de esa niña, que nacería en Roma, y cuyo nombre es el de un lugar, la sierra alicantina, el último trozo de España que sus padres vieron por última vez al despegar esa avioneta, DH-80 “Dragon Rapide” de la compañía inglesa Havilland, que les alejó de su patria, la que habían defendido durante tres años de contienda. "Al final, mi abuela le pone el nombre de Aitana, a mi madre, pero realmente no fue lo último que ellos vieron en el exilio esa sierra de Alicante. Ellos ven la Sierra de Aitana cuando se van a Ibiza en un viaje. Realmente, el nombre viene de un momento de amor muy bonito de ellos dos, aunque ya empezaba la guerra. Para mí es importante cómo los nombres forman parte de la resistencia y de la continuidad de las personas". Por eso, su hija también se llama Aitana.
A Marina, la directora y coprotagonista de la película, le obsesiona la idea de perder la memoria, de vivir el mismo trauma que su abuela, María Teresa León, y que su madre, que parece que anda despistada. Encerrada en la habitación de la que su madre no sale desde hace tiempo, insiste en revisitar los recuerdos. En el silencio de la noche vuelven los fantasmas del pasado familiar, la historia de un país y de un siglo entero. "Quería reivindicar a María Teresa León y mostrar la pérdida de memoria que ella sufrió, que fue terrible, porque en aquel momento ni siquiera se hablaba de la enfermedad de Alzheimer. Mi madre sufrió. Eso le afectó en su vida y, por eso, yo lo primero que tengo conciencia es del terror a perder la memoria de mi madre, porque es también como una muerte en vida. Al final, creo que la película habla un poco de la muerte y del amor".
Desde esa habitación, viajamos al pasado, a un momento glorioso y triste a la vez, como fue la llegada de Alberti y León a la España de la Transición. Él entró con la Pasionaria al Congreso. Ella llegó perdida, quién sabe si ya no recordaba donde estaba. Esas imágenes son escenas filmadas por Tino Calabuig. "Nos pareció importante que el corto fuera como un fragmento de memoria y en él, el archivo forma parte como de algo más onírico. Queríamos que fuera como una, como la pulsión de un pensamiento". Pero quizá, lo más sobrecogedor es ver el material de archivo inédito de la familia, material íntimo y a la vez político, pues las vidas de estos poetas fueron, para bien o para mal, vidas políticas, de lucha, y así son sus recuerdos.
La memoria está muy presente en otros relatos cinematográficos. Por ejemplo, en La memoria eterna, el documental de Maite Alberdi, que juega también con la paradoja de cómo un activista, defensor de la memoria histórica en el Chile post Pinochet, padece alzheimer. "Estamos viviendo tiempos muy complicados ideológicamente. La extrema derecha está en alza en todos los países y en todos los continentes, y esto es algo muy problemático y creo que siempre tenemos que tener presente la memoria histórica. Creo que de alguna manera estas historias son son también una imagen de lo que está ocurriendo, de lo que estamos viviendo efectivamente", explica. María Teresa León, mujer olvidada, como tantas de su generación o, al menos, arrinconada, tiene un libro precioso tristemente titulado Memoria de la melancolía.