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Venecia 2023 | Bayona lucha contra el cinismo en 'La sociedad de la nieve', su mirada a la tragedia de '¡Viven!'

El director catalán clausura el certamen italiano con una película impecable técnicamente sobre la tragedia de los Andes

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Venecia

La memoria es salvación, pero también condena. Es por eso que los seres humanos que han sufrido un trauma elimina esa zona del neocórtex. No recordar lo que duele, olvidarlo para poder seguir adelante. También se puede recordar ese hecho fundacional y cimentar sobre ello toda una vida, toda una identidad. En esto último se han centrado algunos de los supervivientes, que todavía hoy siguen vivos, de una de esas tragedias que encogen a medio mundo. El milagro de los Andes o cómo un grupo de jóvenes sobrevivieron tras un terrible accidente de avión en la cordillera andina, tras 72 días aislados, a cuatro mil metros de altura, con treinta grados bajo cero, sin abrigo ni comida, sabiendo que ya nadie les buscaba.

Su rescate fue portada en los medios de todo el mundo y Hollywood lo convirtió en película. ¡Viven!, de Frank Marshall fue un fenómeno en los noventa, con un jovencísimo Ethan Hawke en el papel de uno de esos supervivientes. Ahora Jota Bayona, director de películas que unen lo emocional, con lo heroico del comportamiento humano, la superación y la acción, ha decidido volver a aquella historia adaptando La Sociedad de la nieve, un libro que escribió Pablo Vierci, escritor uruguayo amigo de aquellos jóvenes. Vierci iba al colegio con ellos, pero no fue al viaje, no montó en ese avión. No pertenecía al equipo de rugby y se quedó en Uruguay. Después reescribió la historia de aquellos amigos, que ya no eran los mismos, y la dejó plasmada en un duro, doloroso y épico relato que ahora cobra vida en la gran pantalla en este Festival de Venecia de la mano de Netfix.

"Siempre he intentado quitar lo religioso y convertirlo en una espiritualidad, en un sentimiento de generosidad y bondad que surge justo antes de morir. Para mí el punto de vista es muy importante en esta película, desde donde se cuenta", incide el director que desarrolla a cada uno de los personajes, brillantes actores uruguayos que hablan en español, algo que ha conmovido a los verdaderos protagonistas de esta historia real que siguen lidiando con las consecuencias.

Bayona y su equipo tienen la habilidad para meter a los espectadores en el avión y en la dureza de la tragedia. El accidente, las escenas de la avalancha de nieve, las noches frías dentro del avión mutilado, todo es vibrante, perfectamente realizado y pone los pelos de punta, como aquella fantástica ola de Lo imposible. Pocos directores pueden presumir de poderío técnico como el autor de Un monstruo viene a verme que, dice, se obsesionó durante años con esta historia. Con aquella película comparte la falta de heroísmo de aquellos que sobreviven a la tragedia y la culpa como consecuencia. "Ya durante el rodaje de Lo imposible estaba con esta historia y me ayudó a entender el final, también porque María Belón contaba cómo habían abandonad Tailandia entre lágrimas. Evidentemente hay una reflexión sobre esa culpa, el pensar por qué yo y otros no lo han conseguido. En este caso, de una forma más más cruel, porque hubo gente que se quedó en la orilla y que hizo más que otros. La idea no era responder nosotros la pregunta. La película creo que es interesante que plantee la pregunta, pero cada uno de nosotros es una respuesta, cada uno tiene que encontrar la suya", decía el director.

El reto de adaptar la novela no era fácil. El libro fue escrito en 1973, recién ocurrió el accidente y la reaparición de los supervivientes, que hablan y recuerdan y expulsan sus emociones. La película es, por tanto, un relato coral de la experiencia, donde no hubo una sola vivencia, cada uno de esos jóvenes, que iban a jugar un partido de rugby en Chile tuvo una diferente. Algunos olvidaron lo más doloroso, otros lo asumieron como parte de la vida. "Para mí lo interesante es que el libro y lo que en él se cuenta, desbarataba el discurso del héroe que ha hecho siempre Hollywood y, en cambio, habla de los héroes anónimos, aquellos que morían animando a los otros. Ahí estaba la épica de la película", explica Bayona que se aleja de todo cinismo para contar que en momentos extremos somos capaces de lo mejor para con los otros. "Es una visión que te reconcilia con el ser humano, que te reconcilia con nuestras vidas y con nuestros legados", incide el autor Vierci, que acompaña a Bayona en Venecia junto con algunos supervivientes. Ellos y sus familiares ya vieron la película la semana pasada en un pase privado en su país. Para ellos, es algo sanador que viene a quitar el mal recuerdo de la adaptación americana.

‘La sociedad de la nieve’, la inmersión épica e íntima de J.A. Bayona

‘La sociedad de la nieve’, la inmersión épica e íntima de J.A. Bayona

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En El señor de las mocas, William Golding usaba a un grupo de jóvenes supervivientes tras un accidente en una isla desierta para mostrar cómo funcionan las sociedad, cómo se gestiona el poder y se sustenta. De alguna manera, en La sociedad de la nieve, los supervivientes tienen que establecer una nueva sociedad, organizar los recursos y decidir cómo actuar en la soledad de la montaña. Si el relato de Golding, por cierto también con adaptación al cine, era una fábula sobre cómo la sociedad convierte la agresividad en violencia, la película de Bayona se centra en el lado humanista de unos jóvenes y en cómo la amistad y la unión hizo posible que consiguieran mantenerse con vida a pesar de sufrir varias tormentas de nieve, de no tener comida y de ver cómo morían a su lado familiares y amigos. "Cuando se hablaba de antropofagia, intentamos no hablar del que come el cuerpo de un amigo, sino del amigo que le da su cuerpo a otro amigo para que pueda sobrevivir. Eso me parecía profundamente transcendente", explica el director sobre el canibalismo, el tema que convirtió en fenómeno a ¡Viven!

"Hace poco leía a Jack London y hablaba de las experiencias de los primeros exploradores de la Antártida y cómo en ese contexto, debía uno olvidarse de quién era y cómo había sido formado y reinventarse para poder llegar a la máxima trascendencia, que es el sentimiento de camaradería, es decir, que en el momento de máxima necesidad, cuando nos lo han quitado todo, es cuando un corazón lo que se entrega", poetiza el director. "Yo me he pasado toda mi filmografía luchando contra el cinismo. Tengo una idea del cine que no casa bien con el cinismo", añade el director de Un monstruo viene a verme.

Los chicos, con un futuro por delante, venían de una tradición muy católica, como muestra el inicio de la película, en un Uruguay donde la inestabilidad política en la región -protestas en Montevideo y los últimos meses de Salvador Allende en Chile- y las ganas de vivir se mezclan en esos días previos a un viaje que cambiará sus vidas. Una vez ocurrida la desgracia, la religión, la fe, las creencias se tambalean o se refuerzan en momentos donde cada uno de ellos debe reflexionar sobre qué norma trasgredir, qué pecado cometer, qué ley quebrar para sobrevivir. La necesidad de comer carne humana para sobrevivir, la pérdida de la fe cuando todo está perdido y no queda nada para agarrarse o la búsqueda de dios para superar el trance. Todo ello está en el film que tiene un guion a veces escurridizo y desordenado. Quizá el gran escollo sea el del punto de vista. Un narrador, uno de esos chicos que nos cuenta la película y que cambia en mitad de la narración.

Los supervivientes han aprobado y acompañado la película desde el comienzo en uno de los rodajes más largos y caros del cine español reciente. De hecho, han venido al festival de Venecia. Dicen que les representa mucho más que ¡Viven!, que habla de ellos y de su amistad, más allá del morbo de lo ocurrido allí. Además, está rodada en español, con un cuidado por la reconstrucción de la época y con un juego entre la belleza abrupta y salvaje del paisaje y la dureza y el horror de lo vivido en él. Pero sobre todo, La sociedad de la nieve, es una película sobre cómo sobrevivir en la tragedia, qué se puede sacar de ella, qué lleva a luchar por la vida ante la muerte, la creencia o el humanismo.

 
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