Diada en horas bajas
Al final del trayecto de las cuatro ramas de manifestantes, todos han confluido en un lugar. Paradoja: la plaza de España
Diada en horas bajas
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Barcelona
La Diada catalana atraviesa horas bajas. La asistencia estaba siendo inferior esta tarde a la del año pasado, la más baja en un decenio. Esas eran las cifras de la Guardia Urbana de Barcelona: unas 115.000 personas, frente a 150.000 en 2022. Claro que más de 100.000 personas dan cuenta de un fondo de armario notable, de un núcleo duro inasequible al desaliento. Pocos movimientos hay que resistan así el paso del tiempo. Entre estos activistas, el millón de votos conseguidos por los partidos secesionistas, y su capacidad de influencia en un Congreso fragmentado, es evidente que habrá que contar con ellos. Aunque no seguramente de la manera tan decisiva como pretenden.
La realidad es también de división interna, aunque sin tanto enfrentamiento como en el pasado. Un solo dato es ilustrativo. El presidente de la Generalitat, Pere Aragonés, de Esquerra, ha sido abucheado por "traidor" e increpado por los más hiperventilados de Junts, el partido de Puigdemont.
El tono de la movilización ha sido también menos entusiasta que otras veces. No ha habido apenas pancartas. La más simbólica rezaba: “Sin políticos ya tendríamos la independencia”.
Y la dispersión de lemas, por la lengua y la cultura; por la independencia económica; por una mejor calidad de vida; por las libertades, difuminan un mensaje unificado. No lo hay.
Al final del trayecto de las cuatro ramas de manifestantes, todos han confluido en un lugar. Paradoja: la plaza de España.
Xavier Vidal-Folch
Periodista de 'EL PAÍS' donde firma columnas y colaborador habitual de la Cadena SER, donde publica...