Libia, un país fragmentado en dos gobiernos y azotado por una gran catástrofe
La caída del dictador Gadafi ha dejado al país completamente dividido. La comunidad internacional reconoce un único gobierno, pero este convive en la práctica con el gobierno del Este de Libia
Libia ha sufrido una de las mayores catástrofes naturales de su historia en un momento en el que conviven dos gobiernos. Son rivales, pero se han unido para agradecer a la comunidad internacional el apoyo mostrado tras el paso del ciclón Daniel que ha dejado miles de muertos y desaparecidos. Uno es el gobierno de Unidad Nacional, reconocido internacionalmente, y el otro es el del general Jalifa Haftar, con el gobierno del este de Libia.
Libia es un estado privilegiado en cuanto a riquezas naturales. Tiene gas, petróleo, uranio, fosfatos y sal, dominado durante siglos por bandas y familias tribales, hasta que llegó al poder el Coronel Muamar Gadafi. El 20 de octubre del 2011, fue asesinado, poniendo fin a un régimen dictatorial que duró 42 años. A Gadafi lo mató una turba de personas que lo descubrió en un coche tratando de huir de Libia después de que la OTAN bombardeara los vehículos en los que viajaban. Lo mataron a pedradas, a golpes con palos, le escupieron, y su imagen ensangrentada y destrozada, dio la vuelta al mundo.
Algunos dijeron que un dictador menos en el mundo, que llegaba la época de esperanza, libertad y democracia. Eso fue lo que dijeron los que fomentaron la caída del Coronel Gadafi. Pero desde entonces, el país vive en un conflicto continuo, en una guerra civil perenne que enfrenta a grupos rebeldes, grupos tribales, y militares, que han dejado miles de muertos, un país dividido y segmentado, muy peligroso y en muchas manos no del todo fiable.
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Libia es un 90% desierto y lleno de familias tribales. Pero también, como se mencionaba anteriormente, de grandes riquezas. Gadafi basó su poder en una recomposición tribal, creando alianzas, y gestionó un país muy difícil con cierta paz y prosperidad. Pero apoyó movimientos terroristas en los años 80 que le granjearon enemigos como Estados Unidos, Gran Bretaña o Francia. Eso llevo al consejo de la ONU a aplicar sanciones y embargos. Su aislamiento internacional llegó al tiempo que él perdía poder de puertas para adentro.
Tras desaparecer Gadafi, al día siguiente, el presidente del Consejo Nacional de Transición, Mustapha Abdel Jalil, se autoproclamó presidente hasta convocar nuevas elecciones. Sus primeras órdenes fueron para establecer la sharía (la religión musulmana) como base de la Constitución y del Derecho, restableciendo la poligamia e ilegalizando el divorcio.
La guerra civil se desató y llevó a la desintegración del país. La muerte de Gadafi, no solo no marcó el fin de nada, sino que las milicias tribales, religiosas y regionales tenías visiones opuestas de como debía ser un nuevo gobierno, lo que hacía impensable una unificación.
Una guerra civil y decenas de guerras entre pueblos de diferente ideología. Estaban los que defendían a Gadafi frente a los fundamentalistas islámicos, los territorialistas que apostaban por Cirenaica en vez de Tripolitana como se llamaba la nueva capital. Elecciones van y vienen sin resultados claros y, entre medias, en el 2012 matan al embajador americano allí Christropher Stevens. El grupo terrorista que le mató se llama Ansar al Sharia.
Tras un año de aparente calma, en el 2013, en que Libia exportaba petróleo y gas y volvía a tener recursos en una aparente tranquilidad. Entonces fue cuando comenzó la anarquía y la recomposición del orden interno.
A partir del 2015, entra el Estado Islámico y cambia la estructura territorial del país. La ONU creó un órgano ejecutivo de transición llamado Gobierno de Acuerdo Nacional para dirigir la política Libia en este nuevo escenario con la unión del Congreso General Nacional y el Parlamento. Y, por otro lado, el Parlamento de Trípoli quedó bajo el control de los Islamistas que fueron expulsados por el LNA.
Años de enfrentamientos, guerras, luchas y hoy en día Libia es casi otra Siria. El Ejército Nacional de Liberación lo dirige el ex general Haftar a quien apoya Emiratos, Egipto y Rusia. El gobierno de Acuerdo Nacional, con Fayez al Sarraj, es el gobierno legítimo que apoya la comunidad internacional y reconoce la ONU, cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea (menos Francia) Turquía y Qatar. Para que la situación se resuelva al día de hoy, es necesario que no solo los agentes libios, sino sus socios internacionales, se sienten en la mesa a negociar. Echaron al dictador, para dejar al país convertido en un polvorín de muertes y revueltas. Llegando al día de hoy con una situación crítica por fenómenos atmosféricos y donde pocos se atreven a poner un pie aunque sea para llevar ayuda humanitaria.
Victoria García
En la SER, desde hace casi tres décadas, con...