"Ningún jefe quiere a una persona que tres veces por semana tiene que ausentarse del trabajo por su enfermedad y, ojo, yo lo entiendo"
Dos mujeres, de 35 y 61 años, relatan en 'La Ventana' cómo es vivir con migraña, una enfermedad que es mucho más que un dolor de cabeza
"Ningún jefe quiere a una persona que tres veces por semana tiene que ausentarse del trabajo por su enfermedad y, ojo, yo lo entiendo"
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Hoy se celebra el Día Internacional de Acción contra la Migraña, una enfermedad neurológica para la que, de momento, no existe una cura. En España, más de cinco millones de personas viven con migraña y ya es la primera causa de discapacidad entre personas de entre 16 y 50 años. Además, es eminentemente femenina: el 80% aproximadamente de los pacientes son mujeres.
En 'La Ventana' queremos concienciar sobre esta dolencia, cuyo origen se encuentra en una actividad cerebral anormal que puede ser desencadenada por muchos factores. Para ello, nuestra compañera Mar Ruiz ha presentado un reportaje sobre qué es y qué supone vivir con migraña.
La migraña no es un simple dolor de cabeza, ya que a menudo llega a causar náuseas, vómitos y sensibilidad a la luz y al sonido. Jennifer Gómez es periodista, tiene 35 años y vive en Asturias y describe cuál es la sensación de sufrirla: "Es como si te estuvieran dando con un martillo en la cabeza, como si te estuvieran taladrando. Por desgracia, la crisis no dura una hora. Sabes cuándo empieza, pero no cuándo acaba. Puedes pasarte cuatro días así. Por favor, que la gente se imagine estar cuatro días sin descanso con un martillo dándole en la cabeza".
Esta experiencia es similar a la de Isabel Colomina, residente en Madrid y directora de marketing prejubilada, actual presidenta de la Asociación de Pacientes de Migraña. Esta madrileña de 61 años describe el dolor "como si te metieran un clavo por el ojo y te lo sacaran por la cabeza. Es mucho más que un dolor de cabeza, es una situación incapacitante".
Una enfermedad que aísla
No es de extrañar que, con estos síntomas, el desarrollo de la vida normal se vea afectado. Jennifer contaba que lleva más de dos años sin irse de vacaciones o cosas tan básicas como comer en un restaurante, escuchar música o la radio: "No puedo salir de casa. Me tengo que aislar en una habitación a oscuras en silencio. Nadie puede hablar conmigo, nadie puede entrar en la habitación. No tolero la voz de ningún familiar. El día que viene la crisis de migraña, tengo que llamar al jefe y meterme en la cama porque no puede trabajar. Ningún jefe quiere a una persona que tres veces por semana tiene que ausentarse del trabajo por su enfermedad y, ojo, yo lo entiendo".
La historia de Jennifer pone de relieve los costes laborales evidentes. En su caso, tuvo que dejar su trabajo en la televisión porque no podía realizar los directos y ahora está de baja. Sin embargo, los costes emocionales son aún más dolorosos. Estas dos pacientes de migrañas reconocen haberse acostumbrado a ser los familiares y las amigas ausentes, porque esta enfermedad las desconecta con frecuencia y las aísla de sus círculos. Así lo explicaba Isabel para 'La Ventana': "Hemos dejado de acudir a celebraciones, a eventos... Nos hemos ido de vacaciones y nos hemos tenido que quedar en la habitación del hotel sin poder salir. Tengo una amiga que no pudo ir a su graduación o el día de su boda que, entre la Iglesia y el camino al lugar de la celebración, tuvo que ponerse una inyección para poder seguir celebrando su boda".