Escucha en exclusiva las cartas inéditas de Carmen Laforet con su amigo de Tánger: una ventana al mundo libre
"Se necesita tu voz, Carmen". Adelantamos el contenido de un epistolario inédito que publica el lunes "Renacimiento" de la escritora con el intelectual Emilio Sanz de Soto, figura imprescindible de la posguerra
Cartagrafías | La correspondencia inédita de la escritora Carmen Laforet con su amigo de Tánger: una ventana al mundo libre
Dice Cristina Cerezales, escritora e hija de Carmen Laforet, que su madre escribía cartas sin parar porque en este formato se sentía "realmente libre" y lejos de la presión que supuso ganar tan joven el premio Nadal por su libro "Nada", todo un fenómeno literario la España gris de la posguerra. La familia conserva miles de la autora, muchas "compartidas con sus amigos porque cuidaba y valoraba la amistad como un tesoro". Con ellos establecía "un diálogo salvador".
Dos de sus grandes epistolarios ya están publicados -con Elena Fortún y con Ramón J. Sender- pero el próximo lunes la editorial Renacimiento publicará la correspondencia inédita que mantuvo desde 1958 a 1987 con su amigo Emilio Sanz de Soto. Un epistolario, que La Ventana adelanta en exclusiva. Está editado y comentado por el investigador José Teruel, contando con la complicidad de sus herederos. Tal y como comenta Teruel en el prólogo, estas cartas contribuyen a un mejor conocimiento de la figura, confirman que, pese a su mutismo publicitario, no renunció hasta el final a su ejecutoria de escritora y también dan voz a Emilio, una figura desconocida para el gran público, imprescindible para entender la cultura de la posguerra.
Carmen y Emilio se conocieron en Tánger. La ciudad y el círculo intelectual que le enseñó su amigo marcó profundamente a la escritora: "Yo no escribo una línea. Es el lugar donde estoy el que escribe por mí, el que moldea mi espíritu y lo dibuja esta tarde".
"Ser juzgada por tantos seres mediocres, insolentes, peores escritores que yo..."
Según explica Cristina, estas cartas muestran facetas más desconocidas de su madre, como su labor como articulista o el interés por apoyar a los jóvenes intelectuales de la época a través de Emilio que era "una ventana al mundo". La libertad fue la meta vital de ambos y la dificultad de encontrarla en la España de su época, el argumento central de sus respectivas biografías. Odiaban ser dirigidos y dirigir, y les gustó relacionarse con gente libre. Eran dos seres dotados de narración. Creían en la aristocracia de los sensibles, de los considerados, de los valerosos. Todo lo humano les parecía comprensible, sin etiquetas, sin el poder reductor de esencialismos identitarios.
A través de estos textos, conocemos detalles de la laberíntica relación de Laforet con el oficio, su búsqueda de lugares donde escribir con tranquilidad, su importante faceta como articulista, la relación de hartazgo con la crítica de estos años. "Emilio, me avergüenza ser escritora. Comprendo que soy una escritora mediana, ni mala ni buena. Esto no me importa mucho. Yo doy de mí todo lo que puedo. Pero ser juzgada por tantos seres mediocres, insolentes, peores escritores que yo, con desparpajo enorme y con profundo desprecio es algo verdaderamente irritante", escribe en una carta. En 1961, confesó también a Sanz de Soto en otra: "Lo que más me importa (lo único de verdad) es escribir con tranquilidad a mi manera y lo mejor que sepa". Desde el otro lado su amigo le animaba: "Se necesita Carmen una voz con auditorio. Una voz que se oye. Se necesita Carmen, tu voz".
Ambos desarrollan lo que el editor llama “una amistad amorosa”, llena de admiración, de confidencias, de recomendaciones culturales -libros, películas o exposiciones - y retratos de la vida bajo la censura, la lucha de los intelectuales por seguir siendo libres sin levantar sospechas o los años de la transición política en España, aspectos que Emilio Sanz de Soto describe con maestría.
¿Quién fue Emilio Sanz de Soto?
El crítico e historiador malagueño Emilio Sanz de Soto fue una figura muy destacada en los círculos intelectuales de Madrid y Tánger, donde pasaba largas temporadas, ciudad cosmopolita que atraía a personalidades artísticas de todo el mundo. Colaboró con cineastas como Buñuel, Carlos Saura, fue articulista, asesor artístico... Confidente de figuras como Truman Capote o de la propia Carmen. Se conocieron en Tánger en el 58, cuando Carmen viajó a visitar a su marido, que había sido nombrado allí director del diario España. Un viaje que la marcaría profundamente, igual que su amigo, un narrador espléndido sin obras -siempre tuvo pendiente escribir unas memorias- y que en estas cartas nos regala audaces descripciones de un país que pasa de la dictadura a la democracia. "Admirar, conocer, interesarse, querer a los seres humanos es estar vivo”, escribe Carmen en una de sus cartas enviada a su querido amigo.
Laura Piñero
Cartagena (1985) Periodista de la SER desde 2009....