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Cómo es nacer sorda: "Cuando me quito los implantes siento una tranquilidad total"

Se sientan en Hora 25 dos madres con sus hijas sordas; juntas comparten cómo han aprendido a convivir con una discapacidad que se ha convertido en parte de su identidad

Las entrevistas de Aimar | Cómo es nacer sorda; la historia de Rosa, Maricarmen, Pilar y Belén

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Madrid

María Rosa descubrió que su hija era sorda cuando la pequeña, Pilar, tenía apenas meses. "Empecé a sospechar a los seis meses de que algo no iba bien, pero nunca había pensado que mi hija iba a ser sorda porque ni yo ni mi marido somos sordos ni tenemos antecedentes en la familia". Le hicieron pruebas y lo confirmaron. El golpe fue duro. "Lo encajé fatal. Sentí rechazo hacia mi hija. En mi cabeza cabía que hubiera tenido una hija con síndrome de Down, pero yo pensaba que los niños sordos nacían de padres sordos".

Le pasó lo mismo a María del Carmen con su hija Belén. "Porque tienes una hija normal, que no tiene ningún problema, y de repente descubres que es sordo. Es como que te descuadra todo, no sabes qué va a pasar, no conocer a nadie de las mismas características". En ese momento, todo son dudas, preguntas y, sí, miedo. "Lo único que quería era que mi hija estuviera con sus compañeros, con sus primos, con su hermano, con la familia, y que nos pudiéramos comunicar con ella. Nuestro mayor miedo era que no nos pudiéramos comunicar con ellas".

Ahora la situación es muy diferente. Sus hijas son mayores, estudian en la universidad. Y juntas, las cuatro, en la mesa de Hora 25, lo que demuestran es una admiración absoluta y un amor puro. "Me emociono mucho al escucharlas. Sabiendo que soy una persona sorda tengo la oportunidad de escuchar y es algo que no todo el mundo puede conseguir. Entiendo que hayan sentido rechazo y se hayan sentido nerviosas y con miedo y con muchos lloros de decir "tengo una hija y resulta que es sorda", que no sepas cómo actuar con ello. Tampoco sabes cómo tratar la situación ni tienes ningún conocimiento", dice Belén. Su madre es la presidenta de la asociación ASPANSOR, asociación de Padres de Niños Sordos en Zaragoza. Pilar reconoce que "esto me ha enseñado a no tener miedo a lo que es diferente. Conocer, preguntar y tener que luchar con según qué barreras".

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Las dos, Belén y Pilar, llevan implantes en los oídos. Pilar lo explica: "Una cosa son los audífonos, que amplifican el sonido; el implante es una prótesis auditiva. Su parte externa es un procesador que recoge el sonido, se lo pasa a la parte interna y esta emite impulsos eléctricos para estimular el nervio auditivo". Cuenta que la parte interna requiere cirugía. A ella se los pusieron con tres años en el oído derecho y, con cinco, en el izquierdo. A Belén, más o menos igual.

Rosa cuenta cómo fue ese paso tan decisivo. "Cuando llegamos a la operación vas con la confianza de que es lo mejor que le puedes dar en ese momento". Explica que la parte interna, se supone, dura toda la vida. La externa, en cambio, hay que cambiarla cada cierto tiempo porque cada siete años empieza a deteriorarse.

No llevan siempre el implante. Se lo quitan en determinados momentos en los que el implante se convierte en un problema. Por ejemplo, en la piscina o cuando se van a dormir. En esas situaciones necesitan silencio total. "Al final es un dispositivo más que lo siento como parte de mi identidad. Es como que yo tenga los ojos marrones", dice Pilar. "Cuando te quitas el implante dejas de oír. En ambientes ruidosos nos cuesta entender qué dice la gente. De fiesta hay veces que es un horror. Tengo unos amigos increíbles, me suelen hablar de cara porque les leo los labios, pero a veces la gente se piensa que les quiero besar, pero no es eso, es que si no no les oigo".

Pilar reconoce que quitarse el implante puede llegar a ser un alivio en determinadas situaciones. "Llego a mi casa de fiesta, me quito los aparatos y es un alivio. Y mis padres se levantan a la mañana y pueden pasar la aspiradora sin ningún problema mientras yo duermo". Belén lo corrobora y sube la apuesta: "de pequeña, cuando me echaban la bronca me quitaba los implantes y se los enseñaba a mis padres". Las madres confirman que las hijas saben latín. "Tienen un máster en silencio y en ambientes ruidosos. Cuando le grito a mi hija y está muy tranquila, sé que no los lleva puestos". Y, entre risas, se rompe: "Es un poco frustrante porque acabas gritando más". Sale en su apoyo María del Carmen: "Siempre he dicho que soy la madre que menos grita en la piscina porque da igual gritar porque sabes que no los llevan puestos".

Es entonces cuando Belén aprovecha para definirse: "Somos personas sordas pero somos muy observadoras, nos fijamos mucho en todo lo que tenemos alrededor". Y sobre su relación con el silencio, explica: "Mucha gente me pregunta que si siento mi respiración o mi corazón acelerado. Y no. No escucho absolutamente nada. Cuando me quito los implantes es totalmente tranquilidad". Su compañera Pilar matiza los distintos silencios que existen. Porque no es lo mismo el silencio absoluto que sienten cuando se quitan los implantes, que el "ruido blanco", que es lo que las personas que pueden escuchar llaman silencio. "Alguna vez, después de estar tanto rato escuchando ruido blanco en una biblioteca me pregunto si llevo el implante encendido o apagado y no lo sé y digo "voy a hacer ruido", dice Pilar.

Al principio de la entrevista, María Rosa y María del Carmen reconocían lo duro que fueron los inicios. La primera reacción. Ahora quieren compartir ese aprendizaje vital con familias que pasen por lo mismo. "Que lloren todo lo que tengan que llorar, porque es duro de asumir, pero que sepan que se sale", dice Rosa. Y concluye su compañera: "Cuando te dan la noticia, ese momento no te lo va a quitar nadie y lo vas a pasar fatal, pero tienes que luchar, sacar a tus hijos adelante, con sus peculiaridades, para nosotras el movimiento asociativo fue muy importante".

Marisol Rojas

Marisol Rojas

Trabaja en la Cadena Ser desde 2007. Empezó madrugando en Hoy por Hoy y ahora trasnocha en Hora 25....

 
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