Miriam Díaz-Aroca: "La virgen de Guadalupe me llamó tres veces. Fui a verla y pasaron cosas"

Madrid

Miriam Díaz-Aroca se recuerda como una niña rara: "Nací de culo, doblada en mí misma. Estaba predestinada a ser muy íntima, muy introvertida, con un mundo silencioso muy grande y con muchos miedos", ha dicho la actriz. Su madre le contaba el cuento de El patito feo con la intención de mitigar la frustración que tenía por ser calva, pero no pareció recoger muchos frutos: "Yo no entendía la metáfora y ella terminó comprándome una loción que se llamaba Azufre Veri y dándome masajitos en la cabecita para que me creciera el pelo". Fue también en esta etapa cuando empezó a desarrollar un talento por la observación del mundo exterior y empezó a interesarse por la pintura, la escritura, los duendes y por México. Sobre todo por México.

"He tenido sensaciones de familiaridad y recuerdos de México desde niña. Una de la conexiones más fuertes que tenía era con las vírgenes negras, sin haber sido nunca de imaginería ni religiosa. En concreto con la Virgen de Guadalupe, que me ha llamado tres veces a lo largo de mi vida". Según le ha contado a Mara Torres, decidió hacerle caso a estas señales y organizó un viaje para ir a verla a la Basílica de Guadalupe, ubicada en las faldas del cerro del Tepeyac: "Llegué allí con una cazadora que me pintaron con su imagen y le dije la había escuchado, que allí estaba para lo que quisiera. Estuve 10 días y ocurrieron cosas".

Este viaje ha marcado un antes y un después en su vida, como también le pasó tras el éxito de Belle Époque: "Después de Hollywood, que vinimos con el Oscar, pensé que me iba a llamar todo el mundo y no fue así. Yo no entendía qué estaba pasando y me volvía loca, así que me rendí y desmonté mi personaje".