Los humanos han multiplicado ya por 35 la tasa natural de extinción de especies
Así lo demuestra una nueva investigación, a nivel mundial, que ha liderado un equipo de científicos
Los casos más conocidos son la desaparición por completo de todos los ejemplares del Tigre de Tasmania o de los delfines del río Yantsé. Pero hay muchos más: la acción directa del ser humano ha provocado la ya extinción de setenta y tres géneros de vertebrados terrestres solo en los últimos 500 años. Y esto es todo un récord, porque multiplica por 35 el ritmo natural de desaparición de los animales, en nuestro planeta.
La mayoría de las especies que hemos eliminado debido, por ejemplo, a la caza masiva o la contaminación de ríos y mares son aves, pero también hay importantes grupos de mamíferos, anfibios y reptiles.
Así lo demuestra una nueva investigación, a nivel mundial, que ha liderado un equipo de científicos de dos de las Universidades más prestigiosas de América la estadounidense de Stanford y la Nacional Autónoma de Méjico.
De hecho, si los humanos no hubiéramos aparecido, la Tierra (con sus huracanes o erupciones volcánicas) habría tardado 18.000 años en acabar con tantas especies de vertebrados distintas.
Calculada por Anthony Barnosky, profesor de biología integrativa en Universidad de Berkeley, la tasa actual de extinción de géneros de vertebrados supera en 35 veces la del último millón de años.
Esto significa que, sin la influencia humana, la Tierra probablemente habría perdido sólo dos géneros durante ese tiempo.
Sin embargo, en apenas cinco siglos, las acciones humanas han desencadenado una oleada de extinciones de géneros que de otro modo habrían tardado 18.000 años en acumularse.
La paloma migratoria, el tigre de Tasmania o delfín del río Yangtsé se encuentran entre las víctimas recientes más conocidas de lo que muchos científicos han declarado la “sexta extinción masiva”.
Pero este nuevo análisis realizado por la Universidad de Stanford (EEUU) y la Universidad Nacional Autónoma de México, publicado en “Proceedings of the National Academy of Sciences “, muestra que la crisis puede ser aún más profunda, ya que cada una de las tres especies anteriores fue también el último miembro de su género, la categoría superior en la que los taxónomos clasifican las especies. Y no están solos.
Hasta ahora, el interés público y científico se ha centrado en la extinción de especies. Pero en su nuevo estudio, Gerardo Ceballos, investigador del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México y su colega de Stanford, Paul Ehrlich, han descubierto que “géneros enteros” también están desapareciendo, en lo que llaman una “mutilación del árbol de la vida”.
"A largo plazo, estamos causando un gran impacto en la evolución de la vida en el planeta", advierte ya el profesor Ceballos. ""Lo que estamos perdiendo son nuestros únicos compañeros vivos conocidos en todo el universo", añade también Ehrlich.
Aniquilación biológica
Ceballos y Ehrlich examinaron 5.400 géneros de animales vertebrados terrestres, que abarcan 34.600 especies y descubrieron que setenta y tres géneros de vertebrados terrestres se han extinguido desde el año 1500 d.C.
En concreto, las aves sufrieron las mayores pérdidas con 44 géneros extintos, seguidas en orden por los mamíferos, anfibios y reptiles.
“Como científicos, debemos tener cuidado de no ser alarmistas” -reconoce Ceballos-, “pero la gravedad de los hallazgos en este caso exige un lenguaje más contundente de lo habitual, ya que nosotros y otros científicos estamos alarmados".
Humanidad en peligro
En muchos niveles, las extinciones de géneros afectan más que las de especies, porque cuando se caen “ramas” (géneros) enteras, se deja un enorme agujero en el tronco: una pérdida de biodiversidad que puede tardar decenas de millones de años en “volver a crecer” a través del proceso evolutivo de especiación.
Además, la humanidad también está en peligro.
Por ejemplo, ahí está la creciente prevalencia de la enfermedad de Lyme.
Los ratones de patas blancas, los principales portadores de la enfermedad, solían competir con las palomas migratorias por alimentos, como las bellotas.
En cambio, con la desaparición de las palomas y la disminución de depredadores como lobos y pumas, las poblaciones de ratones han aumentado y, con ellas, los casos humanos de enfermedad de Lyme.
Por lo tanto, una extinción masiva de géneros podría significar una explosión proporcional de desastres para la humanidad.
Respuesta urgente
Para evitar más extinciones y las consiguientes crisis sociales, Ceballos y Ehrlich piden una acción política, económica y social inmediata a escalas sin precedentes.
Señalaron que mayores esfuerzos de conservación deberían priorizar los trópicos, ya que las regiones tropicales tienen la mayor concentración tanto de géneros extintos como de géneros con una sola especie restante.
"Es como sentarse en una rama y cortarla al mismo tiempo", concluyen estos dos prestigiosos investigadores americanos.
Javier Gregori
Periodista especializado en ciencia y medio ambiente....