Un Congreso plurilingüe: ¿Qué alcance tendrá la novedad? ¿Cuál será el coste de su aplicación?
El Congreso de los Diputados va a dejar esta semana una imagen para la historia, la del primer Pleno en el que los miembros de la Cámara podrán hacer sus discursos, sin temor a ser apercibidos o expulsados de la tribuna, en cualquiera de las lenguas oficiales del Estado. La medida, que los partidos nacionalistas e independentistas vienen reclamando desde hace años, llega rodeada de un debate sobre la conveniencia, el coste o la utilidad de su implantación. Los primeros pasos hacia un Congreso plurilingüe se van a dar con un sistema de traducción simultánea provisional, es decir contratando intérpretes que ya trabajan habitualmente en el Senado, y dando un plazo de seis meses para crear una bolsa propia y que las iniciativas y escritos puedan registrarse también en catalán, euskera o galego. Quienes quieran hablar en bable o aragonés tendrán que traducirse a sí mismos. Pero, ¿va a ser algo tan extraordinario como la refriega política quiere hacer ver? ¿Qué alcance tendrá la novedad? ¿Cuál será el coste de su aplicación?