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Jordi Évole: "Hay mucha cobardía en el mundo de la izquierda 'abertzale' cuando no son más duros con ese pasado"

El documental 'No me llame Ternera' se presenta en el Festival de Cine de San Sebastián bajo la polémica que ha generado la figura del entrevistado Josu Urrutikoetxea

"No me llame Ternera" con Jordi Évole

"No me llame Ternera" con Jordi Évole

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Madrid

El debate sobre si hay que entrevistar a una persona o no en función de su pasado, la carga judicial o moral que le acompaña y las consecuencias que sus actos han podido tener en la sociedad es habitual en el desarrollo del trabajo periodístico. En una conversación con los corresponsales que nos acompañan cada semana, Jordi Évole explica los detalles necesarios para entender el filme que se presentó el viernes 22 inaugurando la sección “Made in Spain” en el Zinemaldia.

No me llame Ternera, el documental en el que Jordi Évole entrevista a Josu Urrutikoetxea, más conocido como Josu Ternera, aterriza en Netflix el 15 de diciembre. Sin embargo, el viernes 22 ya se pudo ver en el Festival de Cine de San Sebastián bajo la polémica que ha envuelto el estreno del documental desde que se hizo público el contenido y la fecha en la que saldría a la luz.

Josu Ternera fue una de las personas clave en la organización de ETA y este ha sido el argumento que ha nutrido las críticas de una parte de la sociedad que cree que dicha entrevista puede inducir al blanqueamiento de lo que ocurrió en España hasta el 20 de octubre de 2011 cuando la banda terrorista anunció el cese definitivo de la violencia.

La conversación, que se presenta en formato documental, era una idea que el equipo de Évole ya perseguía: “Surgió la oportunidad que además íbamos buscando. Me parece que es un personaje que pertenece a la historia de nuestro país, tanto él como su organización terrorista.” El periodista ha insistido que, durante el rodaje del largometraje y en su planteamiento previo, no hubo ningún pacto entre el equipo de producción y el entrevistado: “En ninguna de las conversaciones se nos puso condiciones, no las hubiésemos aceptado y si esas condiciones hubieran afectado a la entrevista, no la hubiéramos hecho.”

Según Évole, esta no es la primera entrevista de este tipo que se lleva a cabo pero el contexto ha tenido mucho que ver en el revuelo ocasionado: “En este caso seguramente el tiempo político en el que vivimos da más pie a que se monte la que se ha montado.” La polémica que ha suscitado el estreno es una cuestión que ha sorprendido a su codirector: “No he entendido esta censura preventiva que pedía que no se exhibiese en Donosti. Que no insistan porque nosotros vamos a seguir haciendo lo que consideremos que tenemos que hacer, no lo que nos digan que tenemos que hacer.”

Jordi Évole ha contado que el trato con Josu Urrutikoetxea “fue corto” durante el cual la convivencia fuera de cámaras “era completamente normal porque no había demasiados espacios para la intimidad ni para conocer al personaje mejor”. Para él, personas como Josu Ternera “se hacen un código moral y ético para absolverse porque si no sería imposible vivir”. El periodista ha explicado que la frase más determinante del documental es: “¿Todo esto para qué? ¿Ha valido la pena?” y Ternera le responde “Es que si no hubiese valido la pena mi vida sería una monstruosidad”.

A lo largo de la tertulia, Évole ha considerado que “hay mucha cobardía en el mundo de la izquierda abertzale cuando no son más duros con ese pasado” e incluso “hay un punto de «tampoco vamos a meternos en este jardín».”

La polémica no sólo se ha desatado por la figura del entrevistado sino también por la del entrevistador. “Está claro que yo no soy un periodista neutro, manifiesto mi opinión sobre los hechos, pero intento que eso en las entrevistas no esté o al menos que no condicione la entrevista”, ha explicado. "Vincularme a mí con ETA es conocerme muy poco o nada”, sin embargo, su personaje le ha permitido obtener una posición privilegiada: “Puedo lanzar preguntas sin que el invitado se largue porque ya me ha visto hacer de follonero. Puedo utilizar unos registros que igual otros periodistas no podrían utilizar”.

 
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