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Cómo se graba un audiolibro: "El narrador a veces se rompe de emoción. Hay momentos mágicos"

Un equipo de Hora 25 entra en una cabina de grabación de la editorial Penguin Random House para conocer cómo se graba un audiolibro

Cómo se graba un audiolibro: "El narrador a veces se rompe de emoción. Hay momentos mágicos"

Cómo se graba un audiolibro: "El narrador a veces se rompe de emoción. Hay momentos mágicos"

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Madrid

Un carraspeo para afinar la voz. Una indicación para ubicar la línea. Y, entonces sí, empieza la narración. "Cuando Anna volvió a San Costanzo ya se habían ido los alemanes y en su lugar estaban los ingleses...". Así comienza una sesión de grabación dentro de una cabina donde se está produciendo un audiolibro. Porque los libros ya no sólo se leen. Los libros también se escuchan. Las novelas y ensayos se llevan en mp3 en el coche, en el autobús o en la cocina mientras preparas la cena. Antes era tu voz la única que leía el libro que tenías delante. Era a través de tu voz como te sumergías dentro del relato y como se expandía toda la imaginación de sus páginas. Pero con los audiolibros es la voz de otro, de un narrador o de una narradora, la que tiene la misión de atraparte dentro de la historia. Detrás de ese cambio histórico hay todo un proceso editorial, narrativo e incluso interpretativo.

En la planta de producción de audiolibros de la editorial Penguin Random House en Madrid, las tres cabinas de grabación están a pleno rendimiento. En una de ellas uno se encuentra una obra y dos mujeres. El libro es 'Todos nuestros ayeres', de Natalia Ginzburg. Narra la actriz Sol de la Barreda. Dirige la escritora Silvia Nanclares. ¿Una actriz grabando un audiolibro? Sí, una actriz grabando un audiolibro; esta es una rama laboral que crece entre los intérpretes, especialmente entre los de teatro.

La voz es el elemento fundamental. "Normalmente elegimos las voces que requiere el libro", explica Antonio Martínez Asensio, productor de audiolibros de la editorial Penguin Random House y director del programa ‘Un libro una hora’ de la Cadena SER. Su trabajo es elegir esas voces. Si se necesita una voz madura, o una joven; si se necesita un hombre o una mujer. "Con 'Berta Isla', la mitad del libro es un narrador omnisciente que es Javier Marías, pues eso lo hizo (el actor) Israel Elejalde, pero luego la mitad del libro es Berta Isla, entonces ahí metimos la voz de una mujer".

¿Y por qué Martínez Asensio elige actores para narrar libros? ¿Por qué no siempre el autor del libro narra su propio libro para su versión en audiolibro? Porque los autores son complicados; una cosa es saber escribir un libro y otra es saber narrarlo. Los actores, en cambio, sí tienen esas cualidades para enfrentarse a un texto en voz alta. "Me funcionan muy bien los actores de teatro porque se enfrentan al texto de una forma muy parecida al audiolibro”, explica Martínez Asensio. “Los actores de doblaje usan una técnica totalmente distinta. El doblador encaja un take en labios; suelen ser takes más cortos, muy interpretados. Es diferente. Aquí yo lo que busco es un buen lector. Y los actores de cine no están acostumbrados a estar cuatro horas narrando. Un actor de teatro, sí. Un actor de teatro sale a escena e igual está tres horas".

El narrador tiene que sumergirse en el texto que tiene delante. “Como narrador tienes que sentir. Al principio quieres ser obediente, pero en el fondo si eres obediente como lector te vuelves aburrido, entonces el texto te lo tienes que llevar a ti”, cuenta la actriz Sol de la Barreda, que narra y dirige audiolibros. Le fascina esta faceta profesional. “Es una interpretación. Hay que ser muy fieles, no traicionar al autor, pero al final es tu interpretación y la interpretación de otro es otro, pero las dos deberían respetar mucho al autor, al espíritu, a esa voz narrativa”.

De la Barreda está a punto de terminar de grabar ‘Todos nuestros ayeres’. Lo ha grabado en sesiones de cuatro horas. "La voz te puede cambiar de un día para otro, si duermes o no duermes". Ha sido agotador, pero apasionante, dice. "Te peleas con el texto, te equivocas, el cambio de página para mí es mortal". Y cuando sale de la cabina lo suelta todo, porque dentro la concentración es total. "Tienes que controlar respiración, tensión corporal, concentración máxima, inspiración. Yo tengo que concentrarme para desconcentrarme".

Su compañera y amiga, Silvia Nanclares, se convierte en su “guía” dentro de la cabina. Nanclares dirige. "Hay un momento de calentamiento. Entras, te equivocas más y luego ya hay un momento de velocidad de crucero que no se equivocan nada. Hay dos momentos críticos, el principio de la sesión y el final, que están cansados. En medio hay dos horas magníficas", dice la escritora. Entre las dos se establece una conexión única cuando están a oscuras y con el REC encendido. "Ella es mi guía en todos los sentidos. Me dirige y es mi guía. Me recoloca si ve que me voy por los cerros de Úbeda", reconoce De la Barreda.

Y en esa lectura tan íntima, tan profunda, se viven instantes emocionantes. "Hay momentos bastantes mágicos. A veces hemos dejado esa emoción, cuando un narrador se rompe en una escena excesivamente dramática", cuenta Martínez Asensio. "A veces tienes que parar porque no puedes. La emoción la tienes que contener, porque si tú te emocionas, le impides al audiolector emocionarse. No puedes ser autocompasivo. El personaje es lo que es, es crudo y es lo que hay. Hacerlo con la distancia es más duro que emocionarse", dice la actriz, antes de recordar cuando grabó ‘Una noche en el paraíso’ y la intensidad de alguno de sus cuentos le obligaban a tomarse un descanso, acurrucarse en una cama para poder continuar. Otro recuerdo, más duro, lo vivió con ‘La chica': "Yo me he enfermado. En 'La chica', de Edna O'Brien, que es la historia de una niña de las que cogieron los Boko Haram, fue horrible narrar. Y me enfermé. Porque todo lo que me pasó... y las palabras pasan a través de mí y las vivencias pasan a través de mí".

Un día Imanol Arias le reconoció a Sol de la Barreda que grabar un audiolibro era como correr una maratón. Pero es que Arias no grabó cualquier libro. Le tocó ‘Revolución’, de Arturo Pérez Reverte, una obra sobre la revolución mexicana que, evidentemente, tiene unos cuantos personajes mexicanos. “La gran apuesta fue preguntarse: ¿cómo vamos a hacer a los mexicanos? No sabes lo divertido que ha sido que una misma voz haga la cantidad de personajes que hay pero que encima haga unos americanos, otros mexicanos, otros españoles, todos los hizo Imanol Arias”, cuenta entre risas Martínez Asensio.

Todos esos personajes caben dentro de una cabina de grabación. Las cabinas son pequeñas, íntimas. El espacio justo para narrar y escuchar. Porque en ellas no hay que hacer nada más; no se puede hacer nada más. Porque en ellas todo suena. Hasta lo más mínimo. Y no es una forma de hablar: cuando suenan las tripas de la narradora hay que parar, rebobinar y retomar. El silencio tiene que ser absoluto. Así que nada de collares, de pulseras, de llaves o de cualquier complemento que pueda colarse en la grabación. "En la cabina suena todo. Entonces nosotros decimos a los narradores que vengan con ropa de gimnasia, con todo de algodón. Hay sonidos que se cuelan, sonido de saliva", dice Martínez Asensio.

"Es un poquito más grande que las antiguas cabinas de teléfono. Tiene un sistema de refrigeración que a mí particularmente no me gusta, es calurosa. Está insonorizada. Tenemos un atril, los cascos y un micro que regulamos cada día y ajustamos", cuenta De la Barreda antes de empezar una sesión de grabación, la última antes de terminar el libro. La actriz cierra la puerta. Carraspea. Bebe agua. Y empieza. Le quedan sólo las últimas páginas y, por supuesto, los títulos de crédito.

 
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