Mucho ruido y pocas nueces

Madrid

Mucho ruido y pocas nueces. Este ha sido el resultado de la presunta investidura de Feijóo. La nada, el cero, el conjunto vacío. No solo es que sale como entró, es decir, consagrándose como jefe de la oposición. (Y es curioso contemplar tanto aplauso del PP porque su jefe haya revalidado esa condición parlamentaria perdedora). Es que, además, incendió a los nacionalistas moderados del PNV, salió con más enemigos, o más enconados, que los de origen. Los tiene aún más lejos, y no únicamente porque sean incompatibles con la ultraderecha de Vox, sino porque exhiben una larga tradición democrática. Así que los mejor de la investidura para Feijóo es que le ha afianzado entre sus huestes, y le ha supuesto una terapia política personal. Pues vaya, veremos cuánto dura.

El espectáculo solo tendría algún sentido práctico para la dinámica del poder si Pedro Sánchez fracasa también en su investidura. Habría supuesto propaganda gratis al PP por sus horas de ocupación de pantalla.

Aparte de esto, todo es desolación. La operación ha sido más una moción de censura que una investidura. Mal asunto para la institucionalidad democrática, cambiar los instrumentos para dedicarlos a un fin distinto de aquel para el que fueron pensados. Los más contundentes hablarían de “fraude de ley”, utilizar los instrumentos que te ofrece la legalidad para conseguir unos objetivos distintos de los que buscaban los legisladores. Algunos creen que Sánchez se equivocó al no replicar al candidato. ¡Pero si no era un debate de programas e ideas, sino un intento de deslegitimación pública! Hay silencios que significan más que mil palabras.