Soy un presidente muy fiable

Madrid

Soy muy partidaria de los perdedores, aquellos antihéroes del cine negro de Hollywood. Salía un tipo de la cárcel, pongámosle la facha de Robert Mitchum, dispuesto a regenerarse y a tener novia formal, pero en esas conocía a una mujer fatal y tú ya sabías que, como anticipaba la música, tachaaán, sus propósitos iban a estrellarse.

Fue con ese ánimo simpático como escuché ayer el discurso-dura del candidato Feijóo, temiendo todo el rato que fracasara en su intento por culpa de haber aceptado en su coche, solo para tener compañía, a un autoestopista de extrema derecha con la tentadora pechera atiborrada de tatuajes.

Confieso que, en mi afabilidad hacia él, y también porque soy fan de Johnny Guitar y de su frase "Dime que me quieres aunque sea mentira"; confieso, digo, que estallé varias veces en tan sonoros aplausos que tuvieron que llamarme la atención los dieciséis ocupas y medio que me corresponden, de los cientos de miles que mancillan nuestras propiedades desde que gobierna la malvada coalición, ahora en funciones.

Suspiré también cuando el candidato se refirió a su adolescencia. Mirad que he tenido fantasías con Feijóo, pero jamás se me habría ocurrido pensar en él como un navegante adolescente. Lo que más me impresionó, sin embargo, fue su momento Marie Kondo, cuando propuso que cada vez que se promulgue un decreto, o lo que sea, nos deshagamos de no sé cuántos. Porque eso, querido aspirante, es lo que yo hago cuando adquiero una nueva blusa. Qué pena de Parlamento si no le compran la banda sonora que lleva por título 'Soy un presidente muy fiable. Duduá'.