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C. Tangana se lanza al cine sin dejar la música: "No tengo ni idea qué voy a hacer, está bien la duda y no saber"

El cantante acapara todos los focos del Festival de San Sebastián con 'Esta ambición desmedida', el documental que muestra las bambalinas de la problemática gira de El Madrileño. El artista confirma que está trabajando en la dirección de un documental

Madrid

El título de la gira de El Madrileño ya era toda una declaración de intenciones, Sin cantar, ni afinar. C. Tangana avisaba así de una idea que recorre todo el documental Esta ambición desmedida. Él no se considera un intérprete ni un cantante, se ve como un creador. "Soy un currela, no un genio, mi carrera es picar piedra", dice hacia al final de este trabajo presentado en el Festival de San Sebastián y que dirigen sus amigos Santos Bacana, Cristina Trenas y Rogelio González. El cantante abre su intimidad al público para entrar en las bambalinas de la gira, para explicar todo su proceso creativo y retratar la cara b de la fama.

Antón, o Pucho, como le llaman sus amigos indistintamente, enfrenta el síndrome del impostor con esta inmersión en su universo. Desde la concepción del disco en Cuba al diseño de uno de los shows más grandes de la música española, un tour por España y Latinomérica que se les fue de las manos. "No nos hemos arruinado pero han sido dos años de trabajo y me podría haber comprado un piso. El show es la parte donde tú recoges, donde sacas para seguir trabajando y componiendo. Siempre he hecho las cosas por pasión, aunque la gente tenga una idea distinta de mis ambiciones", defiende.

El documenta refleja esa pasión y también trata de desmontar una parte de la imagen pública del artista. Si algo le molesta a C. Tangana es que le digan que es un producto del marketing, que su concepción de la música y el arte obedece solo a un estudio comercial. Lo verbaliza en el documental y lo ha dejado claro en una de las ruedas de prensa que más expectación habían creado. "Yo he escuchado siempre comentarios superfluos que indican eso, es un hecho que se dice de mí, honestamente a mí me hubiera gustado hacer otro documental, he tenido que afrontarlo, les he dejado mi vida y ellos han decidido lo que sale, para mí es duro ver muchas partes del documental, verme así, con este documental no quiero que nadie piense nada de mí, si nos quedamos igual, encantado de la vida. Ha sido una manera de verme desde fuera, soy como soy desgraciadamente, soy un obseso del control, he visto cosas que quiero mejorar de mí mismo, hay, sin embargo, un poso que me gusta, hay muchas partes del docu que me hacen sentir bien", responde.

En el documental aparecen muchos de sus colaboradores, Niño de Elche, La Húngara, los Carmona, Nathy Peluso, el productor musical Alizz, pero sobre todo su equipo más cercano, los encargados de montar el escenario, de gestionar su día a día o sus amigos del barrio. La cámara entra con naturalidad en todos esos espacios, muestras las desavenencias con la discográfica, las fiestas, el caos de algunos conciertos y hasta el día que van al Decathlon para comprar ropa de deporte y jugar una pachanga de fútbol. La idea acabó regular, con C. Tangana con un bastón en las siguientes actuaciones. Esta complicidad ha sido posible por la amistad del artista con el trío de directores, Santos Bacana, Cristina Trenas y Rogelio González, integrantes del proyecto Little Spain. "Somos un grupo de amigos y la forma de trabajar es particular, se siente como el final de algo tras El madrileño, la gira y el documental, pero a la vez también se siente el principio de algo, hay una libertad para afrontar una nueva etapa", dicen los creadores y anticipan lo que ya se deslizaba en el documental.

En el tramo final de la película, su madre habla del verdadero Antón Álvarez, un chico que, dice, es listo y vago, que saber ver las cosas buenas y mezclarlas, pero que no es un cantante. Es ella quien avisa de que no quiere más exposición, de que ahora quizás se dedique a hacer cine. C. Tangana lo ha confirmado. "No tengo ni idea qué director quiero ser, en la duda estoy bien, tengo la ambición de hacer cine, estoy rodeado de un ecosistema que ya estamos manos a la obra. Todavía no soy capaz de definirme como director, voy a intentar hacer una película y cuando la termine, ya veremos qué tal", decía en su primera intervención y, al ser repreguntado, ya concretaba más. "Estoy rodando un documental sobre Yerai Cortés, un guitarrista flamenco, mi músico preferido. Va sobre él, sobre su forma de componer y quién es él como artista", desvelaba.

El equipo tiene más proyectos audiovisuales, también de ficción, pero Antón se resiste a abandonar por completo la música. "No tengo ni idea qué voy a hacer, me gusta este punto en el que está bien no saber, voy a seguir haciendo música porque es una pulsión, pero no me siento en un rueda para estar sacando canciones todo el rato, me pica el gusanillo pero no para meterme la semana que viene en el estudio", bromeaba el artista, que, por ahora, parece haber abandonado esa ambición desmedida. El documental es un ejercicio honesto, transparente e íntimo de un artista que no tiene miedo a enseñar las miserias de la industria, que no duda en mostrar sus dudas, que no escapa a las contradicciones, que entiende que el proceso es tan importarte como el éxito.

 
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