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Jaione Camborda, ganadora de la Concha de Oro: "La mirada de la mujer ha tardado en llegar, pero viene a enriquecer la pluralidad y diversidad del cine y la vida"

La cineasta vasca hace historia al convertirse en la primera directora española que gana en el Festival de San Sebastián con 'O Corno', una película en gallego sobre una mujer que busca ser libre

La cineasta donostiarra Jaione Camborda ha recibido la Concha de Oro a la Mejor Película por 'O Corno' durante la gala de clausura del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, este sábado, en la que se ha dado a conocer el palmarés de esta 71 edición. EFE/ Javier Etxezarreta / Javier Etxezarreta (EFE)

La cineasta donostiarra Jaione Camborda ha recibido la Concha de Oro a la Mejor Película por 'O Corno' durante la gala de clausura del Festival Internacional de Cine de San Sebastián, este sábado, en la que se ha dado a conocer el palmarés de esta 71 edición. EFE/ Javier Etxezarreta

San Sebastián

La Concha de Oro para O Corno, la película de Jaione Camborda suena a histórica por varios motivos. Hasta ahora, en las 71 ediciones de San Sebastián, ninguna directora española había logrado el máximo galardón. Tampoco lo había hecho una película en otra de las lenguas del estado que no fuera el castellano. La cineasta donostriarra, que viven desde hace una década en Galicia, ha estudiado en Praga y Munich y ha sido en tierras gallegas donde ha desarrollado su carrera hasta ahora. Sus cortos, Rapa das Bestas, Axilidade, Nombos, Lilit, y su primer largometraje, Arima, que en 2019 obtuvo el Premio a Mejor Dirección en la sección Nuevas Olas del Festival de Cine Europeo de Sevilla. Camborda creó su propia productora Estnatu Zinema con la que ha producido sus historias, esas que asegura continuarán tras este reconocimiento, un premio que ha dedicado a las mujeres precedentes que abrieron camino en el cine y a las que vendrán.

¿Cómo recibes esta Concha de Oro?

Pues muy abrumada, la verdad. Todavía intentando dimensionar qué significa esto y muy contenta, con muchas ganas de celebrar, porque siento que ha sido muchísimo trabajo y que hasta el día de hoy no me he tomado un descanso y tengo ganas de celebrarlo con mi equipo.

Hace 50 año ganaba la Concha de Oro Víctor Erice, ahora la gana la primera mujer directora, ¿qué significa esto?

Siempre decimos que creemos que llega tarde. Me parece bonito ya romper esa línea y que vengan muchísimas más. Para mí, Erice fue un referente total y disfruté mucho de sus películas y me halaga también como formar parte de esa cadena de directores españoles.

El premio te lo da un jurado presidido por Claire Denis, que es una directora que en su cine ha explorado lo físico, ¿es un referente?

Para mí sí, es muy impresionante. Claire Denis es un referente y es bonito que alguien así te dé el premio. Por eso, he querido también compartirlo con esa gente que vendrá, que al final hay como un ciclo y ella forma parte de una generación donde era aún más difícil hacer cine como mujer. Y me parece que nos ha abierto mucho camino.

Hay otro récord más, O Corno es una película en gallego, la primera en ganar la Concha de Oro, en la semana en la que en el Congreso hemos escuchado un debate de investidura con todas las lenguas del estado, ¿se ha adelantado el cine a la política?

En el cine no hay ningún problema con esto, porque yo creo que la labor del creador, del artista, es ser punta de lanza también y e intentar ver un poco más allá y dar una reflexión un poco más comprometida con el mundo. Y creo que ese compromiso llegó hace tiempo. Yo creo que el cine como arte siempre es punta de lanza y lleva tiempo ya normalizando esa pluralidad de idiomas. Se está haciendo un cine en Galicia, en el País Vasco y en Cataluña muy potente, que se está valorando mucho en el exterior y se está apostando por eso.

Naciste en Donosti y aquí recoges el premio

Yo nací aquí y luego hace casi 15 años que estoy allí en Galicia. A mí esto no me genera una crisis de identidad. De hecho, mi padre es peruano, mi madre catalana y yo soy vasca. Hay como un popurrí que no me supone ninguna crisis de identidad y yo estoy ahora mismo creando desde allí porque vivo allí y amo también esa tierra.

Esas dos culturas son la gallega y la portuguesa, las dos lenguas de la película, un decisión que sigue la estela de películas dirigidas por mujeres que han salido de Madrid y del castellano

Me parece importante esto. La mirada de la mujer ha tardado en llegar, pero viene a enriquecer y también enrique la de la pluralidad de idiomas. Todo lo que sea plural y diverso viene a enriquecer el cine y la vida. Y me parece muy celebrativo que se empiece a ver esto, porque en esta sección oficial no solo hemos competido tres mujeres españolas, también estamos tres mujeres con idiomas cooficiales, porque también se va a poder escuchar el castellano, el euskera y el gallego. Y esto hay que celebrarlo.

Es tu segunda película, su ópera prima también se presentó en el certamen, Arima, ¿Cómo das el salto de una ópera prima más sensorial a esta segunda película más física?

Necesitaba un poco explorar ciertas incertidumbres que estaban en mi vida y he decido explorarlas a través del cine. Después de Arima, que era algo más espectral y más psicológica, me aprecia mucho zambullirme en una cuestión más física, más animal del ser humano, más mamífera. Así es como la historia coge la forma, partiendo de la cuestión de la mujer, de su capacidad de concebir, de dar a luz y lo que conlleva esta capacidad. En toda esa exploración empiezo a entender esta necesidad de la sororidad y de la prohibición, del control sobre la mujer. Me parecía importante también ese paralelismo que se da entre el parto y esa pérdida, digamos, en el que se mezclan emociones muy profundas.

O Corno es una película sobre una mujer libre, pero esa libertad siempre tiene un precio parece decirnos la película

Es una película que habla de una mujer que quiere ser libre. Que vive libre a pesar de que no son unos años excesivamente fáciles. Ella lo consigue hasta que pasa algo que le impide seguir siéndolo. Queríamos comenzar y terminar con vida la película. Y también dibujar a una mujer que disfruta del sexo, que disfruta del baile, que también sea celebrativa. Para mí era importante que hubiera una celebración, porque la película también transita lugares duros y oscuros, pero necesitaba celebrar la vida. Es una mezcla del Eros y Thanatos como algo totalmente dentro del círculo y del ciclo. Nosotras tenemos también dentro eso, el da a luz tiene implícito a Tánatos.

Había varias películas de mujeres que quieren seguir siendo libres en la sección oficial, entre ellas las otras dos películas españolas, ¿está cambiando algo en el cine?

Creo que es un reflejo de lo que hemos vivido y de lo que pensamos que puede afectarnos. Yo no he tenido la suerte de ver todavía las dos películas de mis compañeras. Espero poderlas ver pronto. Pero sí que en mi caso, había un trabajo de querer recurrir a un momento tardofranquista, de principios de los 70, pero con una idea de diálogo con la actualidad, de tal manera que recordemos qué supone un estado prohibitivo con la mujer.

¿Le da miedo que ese estado prohibitivo vuelva?

Es tiempo de tener cuidado, porque nos acechan ideologías a las que se les está dando altavoz y que están proponiendo ideas retrógradas sobre el cuerpo de la mujer y sobre sus decisiones. Y creo que es importante que se recuerde qué significa y sobre todo que entiendan que las mujeres lo vamos a hacer igualmente, pero lo vamos a hacer poniendo en peligro nuestras vidas.

Decía lo de una película más mamífera, que empieza con un parto muy diferente a los que hemos visto en el cine, casi siempre contados desde la mirada masculina, ¿cómo se planteó esa escena?

Para mí era importante, porque me parece que en la historia del cine encontramos muchos partos mirados desde una manera muy psicológica, incluso histriónica. Con nosotras gritando, desesperadas... Y sí que me parece que eso es fruto de la mirada masculina. En mi caso, por mi propia experiencia y por todas las investigaciones o testimonios que he podido recoger, creo que un parto es una cuestión muy animal, muy física, muy mamífera, que trasciende, incluso te conecta a la vez que te trasciende. Y me parecía también interesante no solamente mostrar cuando sale el feto, sino también mostrar lo que es el previo, esos momentos suspendidos entre contracciones, ese tiempo dilatado que es el parto realmente. Me parece importante esta idea de recordarnos como animales y el parto, posiblemente ,es uno de esos momentos que inevitablemente a la mujer le conecta con el recuerdo de ser un animal.

¿Y tiene algo que ver esa escena con los mareos en las proyecciones de la película durante el festival?

No esperaba que hubiera estos desmayos. Estoy analizando el porqué. Me pareció fuerte que fueran tres, pero creo que tenía que ver también con la temperatura del espacio. Al final es una escena muy inmersiva y en la que tenemos muchas cosas fuera de campo. El fuera de campo siempre activa el imaginario y en ese imaginario, pues puede ser que hubiera gente que tuviera más aversión. Hay incluso algún meme por ahí, que viene a decir que uno se acostumbra a ver mucha violencia en las imágenes en el cine, pero de repente vemos un parto y empieza a haber desmayos. En cambio, hay violencia muy explícita en muchísimas películas y no pasa nada, estamos como muy anestesiados.

Un momento en el que son las mujeres quienes están juntas, los hombres salen de la habitación. ¿Es algo que está en la película, la defensa de la amistad femenina?

Es el feminismo. Para mí esa cadena de sororidad me parece el lugar en el que han podido sobrevivir. Donde se han podido dar calor y proteger con todo ese mundo un poco de control sobre sobre la mujer. Y me parece que eso existe también hoy en día, pero que en aquellos esos momentos era muy habitual. Por ejemplo, en el momento del parto, a los hombres se les expulsaba del espacio y se quedaban las mujeres ayudándose unas a otras. Y creo que en esa intimidad es donde encuentra a la mujer también cierto sosiego.

O corno es también una película de frontera, donde aparece el contrabando y una sociedad que funcionaba con sus reglas a pesar de la dictadura, ¿por qué?

Era importante establecer esta idea de frontera, una frontera no tanto real o cultural, sino puramente política e impuesta cuando realmente eran culturas hermanas, y lo siguen siendo. Solo les separa un río, pero nada más que eso. También era interesante mostrar que la frontera puede ponerte en un peligro de muerte.

La película tiene dos espacios, esa aldea más luminosa y ese viaje de noche y todo pasa en el mundo rural, ¿qué imagen querías dar de esos lugares?

Quería comenzar con una mujer muy apegada a la tierra, que viéramos un poco ese lugar de identidad. Un lugar que es un pueblo, pero también una tribu, una comunidad. Es ahí como, de alguna manera, esta persona, por ciertas circunstancias, se ve despojada de su comodidad y se lanza a su soledad. Y es a través de esa sororidad de la que hablábamos la que recupera un poco este acompañamiento y que viene también a ser una oda al acto de acompañar, de hacer tribu, de hacer comunidad y esa fuerza que te da el estar junto con otras personas. Es cierto que hay mucha noche y en lugares naturales. Eso hizo más complicado el rodaje. Al ser road movie, además, vas abriendo espacios y te vas haciendo a nuevos espacios y nuevas infraestructuras constantemente.

¿Fue más difícil eso o trabajar con animales y bebés?

Es difícil, pero lo de tener animales y tener bebés te produce una magia en el set muy especial y, de alguna manera, eso a la hora de trabajar hace que haya algo que emerja ahí. Traer al set a un niño de seis días en una escena genera ciertas cosas. Por un lado, toda la tensión del cuidado que tienes que dar al espacio, al set para que pueda estar sin peligro ese bebé. Pero además, la intensidad emocional que produce en el rodaje es muy fuerte y y eso ayuda mucho a las actrices, por ejemplo.

 
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