Sexo y excesos en la antigua Roma
Charlamos con la historiadora Patricia González Gutiérrez con motivo de la publicación de su último libro
Sexo, erotismo y poder en la antigua Roma
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Madrid
Que los negocios relacionados con el erotismo no paran de crecer es algo manifiesto. El erotismo ha vendido desde siempre. También fue un negocio en la antigua Roma. No somos pioneros, la literatura pornográfica, la fabricación de juguetes o las pinturas y esculturas de alto contenido erótico no eran infrecuentes. Los romanos ya dieron rienda suelta a sus fantasías sexuales hace siglos y la arqueología da fe de ello. Nos dejaron desde cuadros obscenos como los de Nicófanes que llegaron a alcanzar precios bastante altos a manuales de alto voltaje como Amores y Arte de Amar del poeta Ovidio que fue desterrado por la inmoralidad de sus obras. Otro dato no menos curioso: las romanas también participaron en la creación de pornografía, fuera gráfica o literaria, así como de su consumo.
Si decimos “sexo en la antigua Roma” nuestra mente, guiada por el cine, sobrevuela por orgías, piensa en incestos, en emperadores lascivos o en vestales de ligeros vestidos. Pero la sexualidad fue mucho más que todo eso. ¿Qué motivos llevan a un historiador a investigar el antiguo imperio romano bajo el prisma del erotismo y la sexualidad? Estudiar los rasgos sexuales y eróticos de una sociedad nos ayuda a entenderla mejor. No es un tema banal, es importante mirar al pasado para entender mejor nuestro presente.
Cunnus. Sexo y poder en Roma (Ediciones Desperta Ferro) es un libro rompedor que se atreve a bucear en el legado erótico de una civilización clave en nuestra historia, un mosaico de piezas irregulares desconocido por muchos, un estudio documentado sobre aspectos como la construcción del género, los cánones de belleza, la educación matrimonial, el adulterio o la violencia sexual. Por cierto, Cunnus significa vulva femenina o, en otras palabras, coño. Su autora, Patricia González Gutiérrez, licenciada y doctora en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado además otras investigaciones sobre la construcción del género y el control demográfico en la Antigüedad y ha publicado libros como El vientre controlado. Anticoncepción y aborto en la sociedad romana. En el penúltimo, Soror. Mujeres en Roma (Desperta Ferro, 2021), recupera la memoria de esclavas, emperatrices o sacerdotisas, protagonistas silenciadas de la historia romana.
A su paso por A vivir, González también ha explicado que para los romanos el sexo nunca se basó en una relación entre iguales, es decir, dos personas compenetradas para proporcionar placer: “El sexo no era un diálogo sino un monólogo. Se basaba en el poder, una relación entre un superior y un inferior, entre una persona activa y otra pasiva”. Un ciudadano libre podía mantener relaciones con su esclavo, por ejemplo. Y otro dato controvertido que hoy levantaría muchas ampollas: consideraban que los hombres eran la “creación perfecta” mientras que las mujeres no eran más que un fallo estructural que había en la naturaleza para permitir la reproducción. “Eran un hombre incompleto, a medio cocer”, explica.
Cunnus es un viaje en el tiempo, un ameno paseo por aquella sociedad que construyó acueductos, calzadas o puentes y nos legó el Derecho pero, sobre todo, es una apuesta valiente para comprender mejor la historia (sexual) de la antigua Roma, conocer qué hemos naturalizado y cómo hemos cambiado. “Un tema que sigue levantando polémica cuando se trata desde la academia”, afirma la historiadora.