Hay que ver lo que dan de sí 25 segundos para retratar a alguien
"Elías Bendodo no tiene ni puñetera idea de lo que está hablando. Su único objetivo es vincular a Sánchez con el concepto gobierno Frankenstein, con el que la derecha y la ultraderecha llevan años dándonos la matraca"
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Portavoz del ridículo
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Madrid
Hace ya demasiado tiempo que gran parte del debate político se ha ido deslizando por la pendiente del eslógan, del argumentario de cartón piedra, del insulto, de la gracieta, del chascarrillo… a ver quién la dice más gorda. Pero, claro, uno de los riesgos en esta carrera de ocurrencias, pues es quedarse con el culo al aire. Y eso le ha ocurrido al portavoz del Partido Popular, Elías Bendodo, en una pifia memorable, no tanto -o no sólo- por el error, porque todos podemos equivocarnos, sino por las ganas de meterle el dedo en el ojo a Pedro Sánchez, para acabar él mismo metiendo la pata. Imagino que muchos, muchísimos oyentes, saben que Almudena Grandes escribió una novela, que se titula ‘La madre de Frankenstein’, y que se acaba de llevar al teatro. Vale, pues Elías Bendodo en uno de esos canutazos de fin de semana pensados para que ni en domingo nos olvidemos de ellos, se planta frente a los micrófonos, hace como que piensa, inserta alguna pausa dramática y nos regala esta perla.
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Hay que ver lo que dan de sí 25 segundos para retratar a alguien. Elías Bendodo no tiene ni puñetera idea de lo que está hablando. Su único objetivo es vincular a Sánchez con el concepto gobierno Frankenstein, con el que la derecha y la ultraderecha llevan años dándonos la matraca. Por eso la caga con el título, porque ‘La novia de Frankenstein’ es una película del año 35, con Boris Karloff, y sí, habla del monstruo. Pero la novela de Almudena Grandes es una historia de la españa de posguerra con personajes de ficción , sí, pero otros tan reales como el psiquiatra Vallejo-Nájera, partidario de la eugenesia e inventor de aquella curiosa teoría del ‘gen rojo’ que establecía que el marxismo estaba conectado con la imbecilidad y que había que extirparlo de los cerebros donde anidara para preservar la raza española. O de otro psiquiatra, López Ibor, famoso por sus terapias con electroshocks y lobotomías a los homosexuales para curarles de una supuesta enfermedad. Si Elías Bendodo lee algún día la novela de Almudena Grandes, o va al teatro, no sé con qué personaje se sentirá más identificado, pero lo que parece evidente es que no conoce aquella frase de Tarradellas, según la cual en política se puede hacer todo, absolutamente todo… menos el ridículo.
