Cristina de Middel, presidenta de Magnum Photos: "No sabemos hasta qué punto nos están colando información que no es verdadera. Hay que proteger al consumidor"
Cristina de Middel (Alicante, 1975) presenta en la Sala Canal de Madrid, la exposición "Cartas al director", un compendio de proyectos que hablan de guerra, violencia, trabajo sexual y migraciones alejada del maisntream, dando réplica a la manera tradicional de contar las noticias.
Cristina de Middel, presidenta de Magnum Photos: "No sabemos hasta qué punto nos están colando información que no es verdadera. Hay que proteger al consumidor"
17:00
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1696850064384/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
¿Qué otra mirada propones en la exposición?
En el tema de la prostitución, por ejemplo, lo que hago es recopilar y entrevistar a más de 100 clientes de prostitutas. Si tú te vas a la hemeroteca y buscas la manera en la que se ha hablado y sobre todo, se ha ilustrado la prostitución siempre ha sido con las fotos de las mujeres y nunca se ha mostrado la cara del hombre. Es un trabajo de completar la foto para que visualmente haya un equilibrio. Y por otro lado, también tener los testimonios que nunca aparecen en las noticias relacionadas con la prostitución y que, en mi opinión, nos llevan a no entender del todo el fenómeno. En el tema de la guerra lo que hice fue colaborar con un fotógrafo, también de la agencia Magnum, que es Lorenzo Meloni. Nos fuimos a Afganistán a los pocos meses de haber recuperado los talibanes el Gobierno. Lo que hicimos fue un número monográfico de una revista que hemos creado para la ocasión que llamamos The Kabuler, haciendo un guiño a The New Yorker, en el que damos a Afganistán el tratamiento de un país normal. Es decir, la revista tiene secciones como las que podrías encontrar en cualquier dominical de deportes, de gastronomía, de estilo de vida. Es una forma de presentar la información de manera distinta a la que estamos acostumbrados.
Muchas veces has hablado de la influencia que han ejercido sobre ti fotógrafos como Martin Parr, que siempre juega con el sentido del humor, con la ironía. Tú juegas también con los límites de la realidad, pero no sé si en este caso estos temas permiten un enfoque lúdico o el registro tiene que ser otro?
Creo que sí hay una dimensión lúdica en todo lo que propongo. La hay siempre, porque es una extensión de mí misma y no podría ponerme a estas alturas en el papel de una persona seria. Lógicamente son temas muy, muy delicados, muy serios y yo me acerco a ellos desde fuera, dando mi opinión, eso sí, no diciendo que es la verdad, eso es muy importante recalcarlo. Y yo creo que en el propio juego de cómo se presenta el proyecto refleja ese enfoque. En el caso de la prostitución son 100 fichas que tú puedes sacar como si estuvieses en un archivo. Eso ya es una manera de tratar la prostitución y de tratar la temática desde un punto de vista distinto, el hacer una revista monográfica y llamarla The Kabuler lo mismo. Es una manera de presentar la realidad de forma distinta. Hay un punto lúdico, transgresor en cierto modo. Pero sí que es verdad que no me permito las fantasías del principio, yo también voy evolucionando y con el humor es muy difícil encontrar el equilibrio justo para que no se te desarme la torre que has montado.
Juegas también mucho con la complicidad del que mira tus fotografías, empezando por la propia propuesta del espacio expositivo, porque no hay un recorrido establecido. El visitante puede decidir qué hace, cómo lo hace, por dónde empieza y por dónde acaba. ¿Por qué?
Como fotoperiodista nunca he hecho las cosas normal, nunca he seguido el libro de Catón y como artista tampoco. Siempre me gusta utilizar los espacios, resignificar las cosas. Adaptar los espacios a lo que yo necesito. Este lugar donde estamoses un lugar muy particular que tiene una arquitectura muy particular, con una antigua torre de agua, con un agujero en el centro y cinco plantas. Lo que decidimos era utilizar precisamente ese hueco que hay en el centro y transformarlo en una rotativa. El espacio es una rotativa donde cuelga un papel que te va diciendo dónde está cada proyecto pero, en realidad, no hay un órden para visitarlos. Lo único que sí que tiene un recorrido muy básico de casi de jerarquía es que abajo te encuentras con el quiosco y arriba del todo está el despacho del director.
Es muy importante esa mesa del director. Sin desvelar mucho, podemos decir que es una mesa que parece que vacía pero que, realmente, no lo está. ¿Es tu idea del poder masculino?
Yo tenía una idea muy vaga de cómo iba a ser esta habitación y se ha ido creando en estos días que hemos estado montando la exposición y ha salido exactamente como tendría que salir. Y se han ido añadiendo capas y cosas que no teníamos previstas. Pero lo que sí que queríamos era colocarla arriba del todo como el centro de toma de decisiones y que fuese una sola persona con un despacho. Eso nos lleva a una figura masculina. Yo no digo que sea una directora, que tú y yo pensemos lo mismo y todo el mundo, creo, que llega ahí arriba y se imagina al señor con el puro eso ya es sintomático de algo. Yo creo que ya dice mucho. Luego, por otro lado, la mesa realmente es una instalación. No es una sala en la que vas a ver nada, simplemente vas ahí a sentir. Hay muchísimos periódicos, muchísima información, como una especie de cacofonía de la cantidad de información que hay ahora mismo. Toda la exposición es como una especie de homenaje a la prensa escrita, un homenaje crítico a la prensa escrita. Ahora, quizá ahí arriba es la prensa tal y como es ahora, con las plataformas digitales y como todo el mundo está informando de todo al mismo tiempo, hasta de lo que está comiendo en cada momento.
Antes hablábamos de cómo juegas con los límites de la realidad. La Inteligencia artificial como la tenemos que entender, ¿es una aliada o una enemiga?
Creo que todavía es pronto. Sabemos que va a haber un impacto enorme, pero aún faltan unos meses o quizá un año para saber por dónde está sangrando más la herida. Como creadora y como fotógrafa yo creo que va a tener muy poco impacto. Me ayuda muchísimo. A veces yo uso la inteligencia artificial, ahora que tengo que escribir mails en inglés. Es una herramienta que puede servir para muchas cosas y que puede ayudar en muchísimas disciplinas. Pero hay que ver hasta qué punto no puede ser una ayuda que destruye al mismo tiempo. Desde el punto de vista de autora no creo que la velocidad de computación afecte a la idea original, no por poder calcular más rápido y tener más referentes vas a llegar a una idea mejor. En otros campos como la publicidad sí que va a haber un impacto seguro. Desde el punto de vista de Magnum, nos va a llegar la onda expansiva en algún momento. La razón de ser de Magnum es precisamente defender la voz personal y única de cada uno de los fotógrafos que están en la agencia. Puedes hacer una foto del estilo de Martin Parr pero no puedes hacer lo próximo que va a hacer Martin Parr.
La clave estará la regulación...
Esa es otra de las cosas. Te hablo desde el punto de vista de la agencia y del creador. Desde el punto de vista de la audiencia ahí es donde estoy más preocupada porque realmente no sabemos hasta qué punto nos están ya colando información que no es verdadera, dando datos que no son verdaderos. Y en ese sentido sí que tiene que haber una regulación por parte de los gobiernos. Tengo un compromiso por parte de las publicaciones serias de informar a la audiencia de la naturaleza de cada imagen y de la naturaleza de cada información. Igual que antes ibas al supermercado despreocupado y ahora miras a ver si hay transgénicos, si hay cancerígenos, si tiene sacarina, si tiene no se qué. La información hay que tratarla de la misma manera como un producto que hay que regular y hay que proteger al consumidor.