Un Nobel por la libertad de las mujeres

Madrid

Qué emocionante es escuchar la voz de Narges Mohammadi desde prisión. En los audios y la carta emitidos por la CNN la recién galardonada con el premio Nobel de la Paz se muestra entera y tremendamente lúcida. Es una gran lección para todas. Los ataques que venimos viviendo las feministas aquí desde distintos frentes, que no son ni pocos ni inocuos, no se pueden comparar con lo que están viviendo las iraníes.

"Esta no es una carta escrita por una feminista libre en una sociedad desarrollada y democrática", nos dice Narges y desde su celda nos cuenta que ha conocido a mujeres que han sido violadas y agredidas por protestar por la muerte de Masha Amini. Cuando pienso en que Mohammadi, como tantas otras de sus compañeras, está haciendo sacrificios descomunales para que su sociedad alcance la libertad, no me queda otra que sentir vergüenza por haberme preocupada un solo minuto por los mensajes machistas y racistas que he recibido como feminista.

¿Puedo yo amedrentarme ante los insultos de mala fe cuando las iraníes siguen con su lucha aunque reciban latigazos, cárcel y violencia del estado? En nuestra agenda feminista, que debería ser, por encima de todas las cosas, una agenda internacionalista, Irán, Afganistán, los países con regímenes teocráticos deberían estar en las primeras páginas. Vergüenza me da también que perdamos el tiempo llorando porque en Instagram nos obligan a poner estrellitas sobre los pezones cuando Narges Mohammadi vio por última vez a sus hijos cuando tenían 8 años, ahora han cumplido los 16. Pero ella lo tiene muy claro: una vida sin igualdad ni libertad no merece ser vivida.