Punto de Fuga
Internacional

Afganistán: "No oír a los niños es la peor señal de la devastación"

Afganistán, devastada por los terremotos, y Nagorno Karabaj, sufriendo un éxodo total, son los otros escenarios que reclaman la atención internacional humanitaria centrada ahora en Israel

Herat (Afghanistan), 12/10/2023.- People sit at the earthquake-hit Zenda Jan district of Herat, Afghanistan, 12 October 2023. Afghanistan's government officials on 11 October lowered the death toll of a series of earthquakes that struck the country'Äôs western districts to about 1,000, revising their initial figure of more than 2,000 casualties. (Terremoto/sismo, Afganistán) EFE/EPA/SAMIULLAH POPAL / SAMIULLAH POPAL (EFE)

La población de Herat sigue conmocionada por el terremoto que dejó 4.500 víctimas, entre muertos y heridos el pasado fin de semana. Esta provincia afgana fue la más afectada por el seísmo de magnitud 6,3, el más devastador que ha azotado el país en dos décadas. Al shock se sumó un segundo terremoto el lunes, castigando aún más a la población del oeste de Afganistán.

El Gobierno de facto de los Talibanes ha pedido ayuda para esta emergencia. En la zona trabajan los equipos de World Vision, testigo de situaciones extremas. Eloisa Molina, directora de comunicación, asegura que sus proyectos y su personal también se han visto muy afectados. “Tenemos compañeros que a día de hoy siguen durmiendo a la intemperie porque no se atreven a dormir en sus casas”.

Al borde de una segunda Nakba palestina

En uno de los pueblos en los que trabajan solo quedan tres supervivientes de sus 900 habitantes. “En el primer terremoto se vieron afectados muchísimas mujeres y niños que estaban dentro de sus casas o dentro de las escuelas”, asegura Molina. Una de las profesoras de la organización falleció junto a tres de sus hijos en el único espacio educativo que había en la localidad de Koshkak. Su pérdida, más allá de lo personal, tiene graves consecuencias para los niños y niñas que dejarán de recibir su educación.

Pese al desastre, los trabajadores humanitarios se han visto sorprendidos por la entereza y fuerza de los niños en esta situación. “Te sorprende llegar y escuchar niños reír, escuchar niños jugar. Es lo bueno de la infancia, que tienen esa capacidad de resiliencia muchísimo más elevada que los adultos”. El temor al llegar a esas comunidades afectadas es precisamente no oír a los niños. En experiencia de la directora de World Vision en Afganistán, “al llegar y no oír nada entendían que también los niños y las niñas habían fallecido. Sus voces siempre llegan por encima del conflicto y no escucharlas es la peor señal de la devastación”. Para ellos trabajan en una respuesta inmediata y apoyo psicosocial porque, “no quieren dormir, no quieren entrar en sus casas… ese miedo siempre está ahí”, explica Molina.

Ya antes del terremoto Afganistán tenía 30 millones de personas con necesidad de ayuda humanitaria. El país carece de espacios de refugio. Los supervivientes se están refugiando en parques y en otras zonas a la intemperie por miedo a las réplicas. En pleno inicio del invierno, Molina recuerda que en los últimos terremotos de Siria y Turquía, la hipotermia fue uno de los principales motivos de muerte tras la catástrofe, por eso la prioridad de World Vision es llevar material de refugio para protegerse del frío y la lluvia.

Éxodo de Nagorno Karabaj

El otro escenario que reclama la atención humanitaria internacional esta semana es la región de Nagorno Karabaj, donde la población armenia ha iniciado un éxodo forzado por la guerra con Azerbaiyán. Casi toda la población de ese territorio está huyendo, unas 100.000 personas que en solo dos semanas se han desplazado a la vecina Armenia. Allí los reciben “cansados y con mucha necesidad de apoyo psicológico” organizaciones como Acción contra el Hambre, como explica su portavoz Elisa Bernal.

“Las familias han llegado exhaustas y también muy asustadas”, cuenta Bernal. Tras nueve meses de bloqueo sin acceso a servicios básicos, muchos desplazados arrastraban enfermedades que no habían sido tratadas. Otros han llegado desnutridos. “Nos contaban las familias que han estado tres días en la carretera, sin agua, sin comida, porque muchas de ellas dejaron atrás sus hogares de un día para otro”.

Bernal se sorprende de la angustia que le traslada la población desplazada. “Necesitan apoyo psicológico urgente porque han llegado con trastornos del sueño por todo lo que han pasado estos días, los combates… También han tenido que estar varios días en refugios bajo tierra. Nos encontramos a personas muy desgastadas y asustadas”. Recuerdan con miedo lo repentinos que fueron los bombardeos de Azerbaiyán que desataron el éxodo.

Las organizaciones que están ofreciendo asistencia en Armenia se encuentran ahora ante el reto de facilitar alojamiento a estas miles de personas. La población les ha trasladado que el alojamiento es su principal necesidad, ya que muchos se encuentran en refugios temporales en hoteles o casas de familiares, pero también en escuelas y centros reconvertidos y que carecen de servicios suficientes.

Exilio armenio